𝐈𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐎𝐃𝐒 𝐒𝐎𝐌𝐄𝐖𝐇𝐄𝐑𝐄 » Billy Hargrove [Pausada, En Edición]

IV. What Lives In The Forest

8:00 pm
Casa de los Thompson.

Cuando Raven llegó a casa después de ir al Arcade subió directamente a su habitación y admirando la comodidad de su cama recién hecha probablemente por su madre, se recostó y se sorprendió pensando en los fatídicos sucesos del día. ¿Cómo podía sacar de su cabeza todo lo que sucedió con Billy? Pero, a decir verdad, ese no era el único pensamiento rondando su mente, ya que tampoco podía olvidar lo que había sucedido con Will en el estacionamiento del Palace Arcade.

¿Cómo había podido llegar a ese otro Hawkins? ¿Qué se suponía que era esa cosa de cráneo alargado?

La imagen se pintó en su mente y su nariz comenzó a sangrar mientras una fuerte sensación taladraba su cabeza llenándola de dolor. Raven comenzó a masajear la cien de su cabeza tratando de deshacerse de aquella dolencia. De un momento a otro se levantó de la cama sintiéndose observada por una penetrante mirada, la sangre siguió escurriendo por su nariz hasta sus labios con el dolor aun insistiendo. Limpió la gota e ignoró esa sensación así como el hecho de que su nariz sangraba y se dedicó a desempacar el resto de las cajas de la reciente mudanza: vinilos y cassettes, libros, cuadernos, cuadros, adornos, fotografías, entre otras cosas. Así pasó el resto de la tarde hasta que la casa se llenó del delicioso aroma a comida y entonces concluyó que ya era la hora de la cena.

—¡Ray, es hora de cenar! —gritó su madre desde la planta baja.

—¡Ya voy! —la casa olía a lasaña; su comida preferida. A veces Raven se preguntaba porqué eran así con ella. Es decir, no hacía grandes cosas en la vida más que tratar de ser una buena hija, ¿Por qué hacerle ciertos detalles? Sí tan sólo supieran lo que hacía por las noches de fines de semana. Pensar en ello la hacía sentirse culpable y quizás odiarse sólo un poquito.

Empujó esos pensamientos y sentimientos de culpabilidad al fondo de su mente y terminó por acomodar sus pequeños adornos de porcelana. Se dió media vuelta y acomodó su cabello frente a su espejo al lado de la ventana que daba vista hacia aquel bosque de apariencia misteriosa sintiendo un escalofrío recorree su espina dorsal hasta el último cabello de su cabeza. La atmósfera de su habitación se encontraba helada y pequeñas partículas de polvo flotaban en el aire; aquel lugar ya no era su habitación.

Raven giró sobre sus pies observando alrededor pero apenas divisó la punta de su nariz. La oscuridad acogía su cuerpo al igual que a su habitación y ni siquiera los rayos de luz lunar podían penetrar por el cristal de aquella ventana. Su respiración se agitó al escuchar gruñidos similares a los de un animal adolorido y, con temor, caminó siguiendo los ruidos con su corazón golpeteando en su pecho. Cada vez se acercaba más al objeto del que provenían los gruñidos y con cada paso la temperatura disminuía haciendo que su adrenalina aumentara manteniéndola alerta. Al poder finalmente divisar la sombra un pequeño golpe en la puerta de su habitación la trajo de vuelta a su realidad.