L: Los que quedan

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—¡Padre! —Dabi se arrodilla a un lado de su progenitor, Dina y Mita poniéndose entre ellos dos y Bakugou, quien ha comenzado a atacar a los Magias, que se defienden como pueden. Altair se toma un instante más en recuperar la compostura y ponerse rápidamente de pie. Echa los ojos de hielo al Señor de los Dragones.

—¡Magias, sello general de contención! —ordena—. ¡Todorokis, dispérsense y lancen todas las llamas que puedan a Bakugou, mantengan una distancia mínima de cien palmos entre ustedes y él para evadir las explosiones!

Altair sabe que eso no será suficiente, porque, si bien pueden intentar mantenerse fuera del alcance de las explosiones, en el momento en el que los truenos del cielo decidan volver a descender, habrá más muertes. Sin embargo, de momento, esa es la única estrategia viable.

Los Magias comienzan a formarse alrededor de Bakugou. Algunos terminan dentro del bosque, detrás de los árboles, pero entre todos forman un círculo perfectamente coordinado. Sus bocas sueltan susurros ininteligibles mientras con las manos frente al rostro crean una suerte de flecha que señala hacia arriba.

—¡Caballero Straiv! —dice Dina, que corre a un lado de Altair en lo que se posicionan para un nuevo ataque. Ha usado su nombre de caballero—. ¡¿Acaso esa maldita cosa en el cielo no es el Trueno Violeta?! ¡¿Cómo es posible que Bakugou lo utilice si no ha alcanzado la mayoría de edad?!

En ese instante, un nuevo trueno cae a la tierra. Se escuchan gritos y los oídos les cimbran, quedándose después ligeramente entumecidos y emitiendo un pitido raro y desesperante. Straiv ya no responde, porque sabe que, de todas formas, es poco probable que le escuchen.

El círculo de Magias se ha roto porque uno de ellos fue alcanzado por el último ataque, así que los restantes se reacomodan para compensar la falta, y siguen susurrando, murmurando, quietos y concentrados. Varios ataques de Fuego Azul intentan tocar a Bakugou, pero éste suelta explosiones a diestra y siniestra, y el fuego se deshace al toparse con dichas detonaciones, las cuales son mucho más poderosas y destructivas de las que se suponía que Bakugou debería ser capaz de producir.

—¡Aquí! —grita Straiv, deteniéndose cuando se localizan en un probable punto ciego del Señor, que justo ahora se encuentra distraído con la multitud de ataques que llegan a él desde varios flancos. Straiv y los tres muchachos se han colocado detrás de él y, a sus espaldas, escuchan el murmurar estremecedor que produce la pared de Grandes Potestades que se eleva ante el Monte de los Dragones, intentando disuadir a los dragones de Bakugou de aproximarse más.

Altair guarda su espada y entonces eleva ambas manos al frente, juntando las muñecas y apuntando con las palmas y los dedos flexionados hacia Bakugou. Dabi, Dina y Mita entienden el gesto de inmediato y le imitan al instante. Es uno de los ataques más poderosos que los usuarios del Fuego Azul pueden realizar. Saben que no deben dirigirlo hacia puntos vitales, porque entonces incluso correrían el riesgo de matar al Señor. Pero quizá quitarle un brazo o una pierna no sería tan contraproducente...

Los cuatro ataques se disparan al unísono. Cuatro rayos de luz azulada que incinera el aire y deshace todo a su paso se dirigen a toda velocidad hacia Bakugou. El Señor los escucha venir, se voltea tan sólo a tiempo para ver el ataque y adivinar que no puede ni esquivarlo ni detenerlo.

En ese momento, un nuevo trueno violeta se estrella contra el suelo, atravesando los rayos azules.

La ciclópea explosión resultante golpea tanto a los cuatro Todoroki, como a varios de los Magias y a Bakugou mismo.


———


—¿Qué carajos está ocurriendo? —cuestiona Endeavor cuando ve al Trueno Violeta que pulula por el cielo a la distancia, estando él aún en su castillo. A su lado, Shinso observa también la escena. El Caballero se gira hacia la Sombra con una expresión de rabia—. Shinso, ¿de qué mierda se trata todo esto? ¡Se supone que los Magias lo habían sellado! ¡Tú revisabas los sellos todos los días! —ahora, señala hacia donde la batalla se desenvuelve—. ¡¿Cómo es posible que Bakugou esté usando el Trueno Violeta si aún no ha llegado a la mayoría de edad?!

—Tengo una teoría —Shinso responde con tal tranquilidad que eso irrita incluso más al caballero—. ¿Quiere que se la diga?

—¡Habla, maldita sea!

Shinso asiente.

—Usted sabe lo que ese hombre escribió en su cuaderno de notas —inicia, antes de citar—: "Pareciera ser que, mientras menos Señores de los Dragones hay, más fuertes son los que quedan" —pausa un instante. Después prosigue—. Mi teoría, una que he desarrollado basándome en todo lo que he aprendido sobre los Señores tras el tiempo en el que he trabajado con ellos, es que existe en este mundo una especie de Gran Energía. No sé cómo llamarla, no sé si atreverme a decir que esa energía proviene de las Divinidades, o que las Divinidades mismas son la energía. Sea como sea, pienso que esta Gran Energía, por algún motivo, vive en el interior de los Señores de los Dragones, es decir, se divide entre todos los Señores de los Dragones que están con vida en un momento determinado. Eso significa que, cada vez que un Señor de los Dragones muere, la energía que vivía dentro de ese Señor pasa a repartirse entre los que quedan. Y nosotros acabamos de mandar a matar al Señor de los Dragones más fuerte de Drom, ¿no es así? Es decir que, si mi teoría es correcta, entonces la energía de Toshinori acaba de dividirse entre los Señores de los Dragones que siguen vivos. Bakugou habrá recibido su parte, de modo que ahora es más poderoso que nunca —en sus facciones se vislumbra el más mínimo atisbo de una suerte de emoción, un brillo fantasmal en sus ojos, un movimiento ligero de las cejas—. Es posible que, en este momento, Bakugou sea el Señor de los Dragones más poderoso de todo Drom. Es tan poderoso, que él mismo no es capaz de manejar su propio poder.

Endeavor le mira un instante antes de gruñir y, entonces, en el mismo momento en que su hija y su yerno arriban por fin al sitio en el que se encuentra, él se da la vuelta y emite una nueva orden.

—Shigaraki, qué bueno que has venido. Necesito algo de ti: Manda palabra inmediatamente a los Chisaki. El ataque a Farinha se adelanta. Los Todoroki nos pondremos en movimiento ya mismo. No te preocupes por encriptar el mensaje, simplemente envíalo. También necesito a alguien que averigüe en dónde están esos tres Señores inútiles que enviamos a Marcelle y les transmita las nuevas órdenes. Deben llamar a sus dragones y dirigirse a la capital. Shinso y Fuyumi, encárguense ustedes dos de eso. Mientras tanto, yo iré a asegurarme de que ese bastardo haga las cosas tal y cómo las habíamos planeado —agrega, echando una última mirada hacia el lugar de la pelea, antes de dirigirse a uno de los costados derruidos del castillo para ir a recuperar a su caballo y cabalgar hasta Bakugou.

Mi Señor de los DragonesWhere stories live. Discover now