XLV: El Señor de los Dragones de Farinha

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Extracto de cuaderno de notas anónimo
Página 9, líneas 9 y 10
"Todo esto ocurrió hace más de 5,000 años. Curiosamente, cuando Drom unificó al reino, tenía apenas la apariencia de un muchachillo, si bien había vivido más tiempo que todos aquellos que estaban vivos en ese entonces. Pero llegó el día..."

Página 10, líneas 1-3
"... en el que cumplió los 500 años, y entonces se casó con una mujer. No hay forma de saber a qué raza pertenecía esta mujer. Cada raza decía que ella era un miembro de su raza, así que la verdad ya ha quedado en el olvido. Pero ese no es un detalle importante, el detalle importante es que, con esta mujer, Drom procreó a dos crías".


———


La predicción de Yuga se había cumplido. Cuando Ochaco por fin regresó de su junta con el Rey, reveló haber tenido éxito en parte de su misión: Dentro de un diminuto vial que sostenía entre los dedos, unas tres gotas de sangre descansaban, inofensivas.

—Lo siento mucho, Todoroki —se había disculpado ella posteriormente—. El Rey dice que no puede arriesgarse a ofender a las Divinidades.

Una vez que el caballero le explicó que de cualquier forma sus planes habían cambiado, ella se sintió aliviada y entonces se unió a Yuga y a él mientras se preparaban para salir del castillo. 

Eso es lo que les llevó de vuelta a las calles de piedra blanca de Farinha. Andando entre los pasadizos laberínticos que descienden de la colina, los tres se dirigen ahora hacia la posada en la que, idealmente, el equipo del Todoroki sigue esperando por él.

Idealmente.

Sin embargo, cuando están a medio camino, Yuga repentinamente se detiene y, cuando Shouto y Ochaco voltean a verle, le encuentran con la espalda apoyada sobre la pared de un edificio, respirando agitadamente y con los ojos clavados en el cielo.

—¡Yuga! ¿Qué ocurre? —exclama Ochaco con consternación, dando unos rápidos pasos hacia él y colocándole una mano sobre la mejilla. Algunas lágrimas se han hecho camino ya sobre su piel de plata. Ochaco percibe el calor tremendo que emana de él y frunce el ceño—. ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo?

—Me duele todo —exhala el muchacho con la voz débil. Se pone una mano sobre la zona de su cuerpo en la que habita su corazón. Su armadura fulgura bajo el sol intenso y primaveral de Drom.

Shouto también se ha acercado, pero no hace nada. Observa la escena, como intentando determinar de qué forma podría ayudar. Ochaco voltea a ver al caballero.

—Quizá debamos llevarlo con un sanador.

—No, no, no es necesario —dice Yuga rápidamente, intentando recuperar las fuerzas. Lentamente, se despega de la pared y trata de poner todo su peso sobre sus piernas sin flaquear. Los párpados le tiemblan y tiene una expresión de estar haciendo un gran esfuerzo.

Eleva después la mirada. Pero no la dirige hacia sus dos compañeros, sino hacia el sitio en el que, a kilómetros y kilómetros de distancia, está Marcelle.

—Debemos apresurarnos —dice. Ochaco y el Todoroki se miran.

—¿Estás seguro? —pregunta la Magia. Yuga asiente.

—Por favor, no me presten atención. Lo lamento. Sólo fue un pequeño malestar. Estoy bien.

Se limpia las lágrimas con una mano y se endereza, intentando proyectar fuerza. La Magia y el caballero vuelven a mirarse, pero ya no le dicen nada. Se voltean y retoman el camino.

Mi Señor de los DragonesWhere stories live. Discover now