Prólogo

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Y ahí estaba él, arrodillado y rendido ante esa gran desesperanza, aquella noche oscura como el corazón de aquel pobre chico; creía que no había nada ni nadie que le hiciera creer, ni caer, en esa droga a la que le dicen "amor"; después de levantarse y secarse las lágrimas que, minutos antes habían recorrido gran parte de su rostro, caminó directo a sus cajones, a buscar sus antibióticos para el dolor de cabeza y cuerpo.

Ya habían pasado horas desde que sus padres se habían peleado y habían dicho cosas que no debieron de decirle a aquel chico de 16 años, que está en una fase hormonal y emocional inestable, y como siempre, una vez más, no tenía remedio aquella situación, mamá presa del miedo y de la depresión, y papá un alcohólico activo, adicto al olor y sabor de la amarga cerveza...

Sin nada más que hacer, agotado de gritar y de ahogar su tristeza en profundo dolor, se vió forzado a un silencio incómodo que, después de un rato, se rompió por el sonido de alguien llamando a la puerta de la habitación, la cual estaba completamente a obscuras.

-¡Abre la puerta! ¡Por favor..!

Al reaccionar al sonido, se levantó de la cama sobre la que yacía sentado, se acercó lentamente y desde el otro lado pregunto quién se encontraba. El sonido de una voz dulce, pero a la vez desesperada se oía al otro lado de la puerta, simplemente decidió acceder a la petición de abrir la puerta, muy lentamente para no evitar su deseado final, pero afortunada, o desafortunadamente, para ese momento ya era demasiado tarde.

La perdida de sangre había hecho que quedara inconsciente a unos escasos centímetros de las navajas que había usado para cortarse gran parte del antebrazo izquierdo con heridas profundas. La misma voz dió un fuerte grito, de desesperación y angustia, al ver el cuerpo con sangre aún brotando de las heridas.

¡Nooo! Alex.. despierta! No, no, no, NO, NO....

Poco tiempo después, él chico perdió la conciencia por completo, sentía como todo le daba vueltas, como su cuerpo dejaba de ser suyo, la vista se le nublaba y se volvía negra, y al fin desapareció ese cruel dolor, mientras sus lágrimas agrietaban más su piel.

Durmió, durmió y durmió, tanto así, que parecía que nunca iba a despertar, y así cumplir su objetivo, dormir. Dormir y no despertar por nada ni nadie en este patético mundo, al fin conseguiría su meta, esa a la que deseaba llegar con tantas ansias, para por fin deshacerse de la gente hipócrita. Pero de cierta forma estaba arrepentido, pensó en todo aquello que estaba dejando atrás y en todo lo que le faltaba por delante, y al final se arrepintió...

-No.... no quier... morir....

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Sólo una semana después se recuperó por completo, a excepción de sus heridas, las cuales cubrió con una venda que le cubrían la mayor parte del antebrazo izquierdo... Solamente se dignaba abrir la puerta de su cuarto cuando su hermana menor le traía comida, o cuando no había absolutamente nadie en casa... Sólo si estaba solo.

Dejó de asistir a la preparatoria, lógicamente le dieron de baja, y perdió el ciclo escolar a causa de sus inasistencias, no respondía a los mensajes de sus "amigos", por que el consideraba que no los tenía.

Ya después de un tiempo, 2 o 3 meses, llegó a su puerta una nota de su hermana menor, como una de las tantas que recibía, con un "Grupo de ayuda" para gente deprimida, junto su desayuno, una tostada con huevo, tocino y un vaso casi lleno con jugo de naranja. Le echó un vistazo a la nota: "Te extraño hermano, sal de tu cuarto pronto... Te quiero <3".

-¿Cuántas veces le he dicho que no se preocupe?- Dijo en voz alta a si mismo.

Solamente deja la carta a un lado y se come su desayuno, y una vez más.. este tiene un sabor agrio...

Un sabor a... Tristeza, desesperanza... y odio.

El sabor de su día a día, atrapado en la misma rutina de siempre, despertar, perder el tiempo acostado, pensando en porqué aquel día no pudo cumplir su misión , deseando no haber nacido, no haber amado perdidamente a la persona equivocada, hacer promesas que no pudo cumplir; en fin, cuestionándose el porqué después de todo sigue sin ser "feliz", levantarse por su comida, ir al baño, bañarse y volver a dormir. Desesperado por esa ayuda que no pide, esperando a que alguien escuche su llamada de auxilio, pero sin dar señales de la misma.

Y ahí es cuando entra esa casualidad a su vida, por fin ocurre lo que tanto ha estado esperando, ese motivo por el cual había estado tanto tiempo encerrado en su caparazón que le apartaba del mundo... Y lo único que debía de hacer era... Pasar de página.

&quot;Siempre estaré contigo&quot;Where stories live. Discover now