45 - ¿Mente fría?

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LUCAS

Dos días antes...

El padre de Alegra trae a Félix en menos de veinte minutos, abre la puerta de la habitación del hotel y lo empuja hacia adentro.

—¡Suéltame! —exige librándose de su agarre— ¿Qué demonios está pasando?

Quiero golpearlo, y a la vez quiero confiar en él. Necesito calma, tengo que centrarme porque me estoy volviendo loco.

Antes de que pueda decir nada la puerta se vuelve a abrir, la seguridad de mi padre fue a mi casa por mi hermana y resulta que sí estaba allí.

Va a acercarse a Félix pero la tomo por el brazo y la pongo detrás de mí.

Félix ladea la cabeza confundido.

—¿Puedes decirme qué pasa? —esta vez habla con más calma.

—Me dijo algo que solo tú sabías, algo privado, que pasó cuando éramos niños.

Sus ojos se ponen brillosos de inmediato y la decepción se nota claramente en su voz.

—¿Desconfías de mí?

Suspiro llevando las manos a mi cabeza, e intento no mirarlo a los ojos.

—Quisiera no hacerlo, pero solo tú lo sabías...

Valeria sale de detrás de mí y pone una mano sobre mi hombro.

—¿Qué era, Lucas?

—Lo que le dije cuando te perdiste en el bosque.

Ella asiente como si lo comprendiera todo.

—Él me lo contó a mí, un día que le dije que sentía que ya nunca volveríamos a ser unidos. Y yo se lo dije a... —sus ojos se abren de golpe y camina hacia Félix— ¿Con quién se quedó Alegra?

—Con Max, no quería dejarla sola pero desgraciadamente no tengo más fuerza que tres pandilleros.

Cuando las palabras abandonan su boca comprendo todo lo que sucedió. Me hizo caer como un estúpido, me hizo desconfiar de los míos y entregarle a Alegra como un idiota.

Él la tiene, todo este tiempo ha sido él.

Siempre supe que estaba obsesionado, pero no sé por qué no había desconfiado de él.

—Él la tiene... —murmura Valeria porque yo no puedo hablar— Yo se lo dije a él, le dije muchas cosas, hablábamos de todo... No debí confiar, soy una estúpida...

Félix se acerca a ella y la envuelve con sus brazos.
—Tranquila, no es tu culpa.

—Lo siento... —murmuro hacia mi primo esperando que comprenda el drama de la situación.

—Vete a la mierda —es todo lo que obtengo como respuesta.

—Luego —decide intervenir mi papá—, ahora tenemos cosas más importantes que hacer que pelear entre nosotros.

Y lo hicimos, Félix estuvo de acuerdo en olvidar esto hasta después de encontrarla pero eso no sucedió pronto.

Pasaron dos días, no ha quedado lugar en el que buscar, no me he bajado de mi auto recorriendo punto por punto en el que su celular emitió señal, hasta que Emily dijo que eso podía ser parte del plan, que alguien estaba moviendo el teléfono de lugar para despistarnos.

Me siento vacío, las primeras horas no podía dejar de imaginar cosas espantosas, lo que el enfermo sería capaz de hacerle, la culpa de no estar allí para defenderla me estaba carcomiendo.

Aroma a felicidadWhere stories live. Discover now