Un Angel Sin Vida

6 0 0
                                    

Un Angel Sin Vida

El tiempo no es algo a lo que yo estuviera acostumbrado por lo que para mi esto ya era una eternidad. Mi piel se acostumbró al ardor del piso, al bochorno en el aire pero a lo que no se acostumbraba era a los gritos.

Decenas, centenas de ellos todos los días todo el día.

Mi cabeza esta a punto de explotar. No puedo cerrar los ojos porque las voces incrementan en mis pesadillas. Me estremecí ante esos recuerdos.

Las noches en la oscuridad gélida podrían mitigar el calor pero no mitigaban los gritos. Era realmente aterrador y aun mas, saber que sufrían por culpa mía, de nosotros. Que todas esas almas condenadas estaban sollozando, sufriendo por culpa de nosotros. Desde que estaba aquí no ha habido un solo día en el que pueda dormir en paz. Los sollozos, los gritos no me dejan, cada vez me siento mas absorto en mi propio infierno. Estoy enloqueciendo.

Por enésima vez intento cerrar los ojos sin mucho existo de encontrar la paz. Soy un alma atormentada. Cada amanecer, atardecer era lo mismo. Un eterno suplicio para cualquier alma. Realmente cada segundo que pasaba me lamentaba mas.

¿Que fue lo que hice tan mal para merecer esto ?

Sabia la respuesta, pero cada vez que me lo preguntaba, menos sentido hacia en mi mente. ¿Porqué lo hice ? ¿Valió la pena ?

Realmente esperaba que si, pero el dolor que experimentaba a diario, atormentaba mis pensamientos puros y los cambiaba. Los trastornaba.

Ser una criatura condenada, era soportable. Al menos sabias que habia un precio saldado. Una criatura condenada a condenar, partia el alma. La deuda nunca se saldaba. Cada precio por cada alma nueva por atormentar, sumaba un peso sobre mis alas, escaldadas, heridas.

Había pasado un buen tiempo desde que había olvidado el aspecto de mi rostro. Temía ver al monstruo. Hace un par de infiernos atrás, recordaba los reflejos vagos de la cosa que soy hoy. Cabello negro, grasiento, cubierto de sudor de los infiernos. Piel dorada sobre los músculos que se formaron en mi torso y mis brazos debido a la fuerza que desarrolle al atormentar almas. Hasta ahi era un chico normal, nada en particular. El problema era que detras de la espalda ya no caian un par de alas iridiscentes si no un revoltijo de alas tostadas, quemadas. Era horrible ver eso para un angel, el como el despojo de alas blancas se perdía y era transformado por un montón de plumas ásperas de un color negro. Como un cuervo. Y el rostro. El rostro era lo peor. Mi mandíbula fruncida lucia una barba oscura. Pero ibas ascendiendo, por encima de las manchas sobre mis pomulos y detras mis pestañas, y encontrabas aquella abominación. Ojos de un brillante color ambar. Ojos del diablo mismo, debajo de aquellas cejas pobladas, fruncidas por el terror.

Evitaba cualquier reflejo para no ver eso, era horrible. Callado en la oscuridad, trataba de cumplir con mi condena sin caer en la locura. Pero eso era imposible.

Y lo pero era cuando tenia que tratar con algun demonio. Supe después que Rojo y Amarillo era realmente Dennis y Crane. Dos idiotas mas a los que deseaba evitar. Y al parecer todos. Eran los primeros en acomodarte en tu nuevo hogar dulce hogar. Esas cosas de seguro ya no tenían alma. No podía imaginarme el tener que humillar a los tuyos, cuando apenas pasan lo que tu ya viviste.

Siempre se encontraban vigilantes, a que uno cumpliera su trabajo y les encantaba que tu trabajo fuera mas pesado.

Cada mañana, ataban mi tobillo a una piedra mas cercana al magma que emergía de entre los cimientos, haciendo que mi piel ardiera hasta que dejaba de sentirla. Mi piel reflejaba el ardor en su superficie color caramelo. Era casi insoportable con cada dia que pasaba. Y tenia que pelear. Entre el magma ardiente y las almas que luchaban por huir.

Gruñía y me debatía durante largas jornadas. En esos momentos volvia a pensar en la razón por la que estaba ahi: salvar a los humanos.

Mis pensamientos hacia ellos fueron cambiando conforme mas tiempo pasaba aquí abajo, con cada vez que me acercaba mas al caliente líquido, que ya empezaba a acercarse a mi piel. De un deseo profundo y amor infinito cambio a un desagradable sentimiento.

Idiotas, después de que sufro por ellos, ellos siguen haciendo el mal. Y ahora tengo que estar aquí, enfrentándolos. Al menos podía desahogarme.

Dentro de mi jornada, no era Arakiel. Era una bestia, el monstruo en el reflejo.

Terminando dicha jornada, volvia a ser el angel muerto, el que sufria por las noches por las atrocidades que hacia conforme cada dia pasaba. Postrado en la gelida roca, gemia y lloraba hasta que me quedaba dormido.

Y eso era peor.

Las pesadillas regresaban

The Chosen Ones 0: OblivionOù les histoires vivent. Découvrez maintenant