Un Angel que cae

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Un Angel que Cae.

Angel Arakiel. Angel del conocimiento. Se te es acusado por haber revelado secretos a los humanos. Todas las pruebas están en contra tuyo, Angel. Dinos que puedes decir a tu defensa.

Mi cuerpo dolía enormemente, como si estuvieran estrujando mi corazón. Mi piel me quemaba. Era como si el brillo que irradiaba de ella misma me estuviera repeliendo. Me encontraba de rodillas ante un estrado de seres completamente llenos de luz, al igual que yo mismo. Solo había una diferencia entre ellos: la luz en mi estaba parpadeaba intermitentemente, como un foco fundido a punto de colapsar. No muy distinto a lo que me pasaría a mi, a decir verdad.

Mis ojos intentaban ver a aquella luz iridiscente enfrente de mi. En otra situación, podría ver con claridad todo. Pero no hoy. No hoy que estaba condenado. Era un prisionero esperando mi sentencia. Mis ojos se cansaban al ver aquella luz, me sentía sofocado. Mareado. Mis manos estaban atadas detrás de mi por las cadenas mas pesadas y relucientes que había visto. Apenas podía mantenerme hincado.

Era cierto. Era culpable y lo sabia.

Había ido a la Tierra. Con los humanos. Su luz me atrajo de una manera casi instantánea. Solo debía observar. Solo debía hacer eso y yo me deje seducir con la inocencia que portaban. Algo despertaron en mi. Quería cuidarlos. Protegerlos.

Aunque claro, los humanos son fáciles de adorar al ser criaturas tan llenas de poder con excepción de una sola cosa: su ignorancia. No sabían que eran incluso más poderosos que nosotros y esa inocencia era lo irresistible que los hacían para nosotros Los Ángeles. Ellos podían decidir lo que hacían de su vida. Podían tener libre albedrío. Nosotros no. O éramos Angeles o no lo éramos. Así de simple. Ellos hicieran una u otra cosa siempre serian humanos. Por eso fueron condenados a la ignorancia. A la inmundicia, solos y desprotegidos. El Creador les había dado la espalda.

Yo era parte del Creador. Esa parte de él que aun deseaba protegerlos. Por eso éramos enviados a observarlos pero jamas a ayudarlos. Esa era nuestra condena.

Muchos pueden llevar su existencia solo sirviendo al Creador sin rechistar. Un puñado de ángeles burguesistas sin corazón. Aquellos que no tienen contacto alguno con los humanos. Así era muy sencillo. No ver el sufrimiento. Pero yo no era ese tipo de ángel. No, yo tenía que hacer algo por ellos sin importarme las consecuencias. Y lo logre. Podía casi sonreír mas mi cuerpo iridiscente se negaba a darme el lujo de reirme en la cara de todos y decir "Yo si actúe como todos quieren actuar. Muchos desearían haber hecho lo que yo aunque ahora me miren con asco. No importa en que me metí, todo valió la pena." Aun mi cuerpo le pertenecía al Creador y no podía hacer mas que intentar justificar lo que había hecho como si realmente me importara.

¿Que dices al respecto? Retumbó aquella grave voz, sacándome de mis pensamientos.

Intente ver por detrás de aquella luz. Mis ojos color miel se quemaban ante aquella cegadora luz que ya no era digno de ver. ¿Que había hecho? ¿Que había hecho? Realmente quisiera poder recordar un poco más pero hasta eso me habían negado. Solo recordaba un poco. Algo en mis manos. Calidez humana. Una sonrisa mugrienta pero inocente. Felicidad. Un abrazo. Un agarre violento. Y había pasado de ser un héroe a ser la peor escoria de la Creación. Sentía como detrás de todas las luces alrededor de mi me miraban con desprecio e ir reconocimiento. Una luz parpadeante. Algo que jamás debió existir. Sin embargo, aunque todos me juzgaran, aunque mi mismo ser se revelara contra mi, no me arrepentía de nada. Los humanos necesitaban aquello para sobrevivir, lo que sea que fuese... Que necesitaban? No me acuerdo. Solo se que eso tuvo graves consecuencias y que debió ser realmente necesario como para que yo rompiera todas las reglas y me revelara contra el ser dentro de mi que aun era fiel al Creador. Confiaba en mi propio criterio como para saber que era necesario actuar como actúe.

Mis ojos se secaban e irritaban por casa segundo que miraba a aquella luz delante de mi. Sentía como si se llenaran de sangre al rojo vivo. Pero no podía dejar de mirar. No debía. Eso ni mi propio cuerpo me dejo hacer.

" Lo hice por amor a los humanos." Logré decir con mucho esfuerzo. Hasta mi propio cuerpo parecía revelarse contra mi.

¡Esas bestias jamas debieron sobrevivir! No son mas que simples errores. No debías ayudarlos a su condeno. Solo debías observar, escoria de Angel. Una simple orden no pudiste acatar y ahora estas en tu ruina. Deberías saberlo: de esta no saldrás vivito y coleando. Yo me encargaré de ello.

Un silencio sepulcral se hizo presente. Entonces para mi todo se volvió frió y oscuro a excepción de la luz brillante enfrente de mi.

Angel Arakiel. A causa de tu pobre defensa se te ha encontrado culpable por enseñar las señales de la tierra a los hombres. Debido a tu desobediencia serás condenado a una vida de exilio. Que el Creador se apiade de tu alma.

Estaba temblando irremediablemente. Las gruesas cadenas brillantes me asfixiaban. Estas me fueron hundiendo lentamente en el suelo, sin yo poder hacer nada. La luz que irradiaba de mi, empezó a palpitar mas rápido, a señal de su futuro destino. Intente enderezarme pero era imposible. Esto era mucho mayor que mis fuerzas. El piso debajo de mi empezó a quebrarse y a volverse de una consistencia gelatinosa y pesada. Como un lago que empezó a dar vueltas alrededor de mi. La luz de mi fallo aún mas, siendo los momentos donde perdía la luz mayores a los que la tenia aun conmigo. Y era jodidamente doloroso estar en tierras del Creador sin ser digno a ello. Gritaba de dolor cada vez que perdía mi luz. Era lo mas desastroso que había presenciado en lo que había existido. Ni siquiera pude cobrar la compostura. Era un despojo de hombre. El piso me fue hundiendo mas y mas. La luz en mi cada vez mas débil. Las cadenas me jalaban hacia abajo. Dejándome cada vez sin salida. Al rededor mío todo giraba. Mis ojos quemaban al querer seguir viendo aquel resplandor. No podía dejar de verlo mientras mi corazón ardía de dolor.

Mi cuerpo aun incapaz de dejar su luz, empezó a moverse frenéticamente, tratando de alcanzar la luz imposiblemente. Grité de dolor y desesperación. Mi porción angelical estaba muriendo. Mis alas se movían rápidamente intentando apartar el lodo de sus plumas, volar hacia aquella luz. Estaba cansado, desesperado ante que era lo que seria de mi. Había sido desterrado de lo único que conocía.

La luz me miraba impasible. La desesperación no parecía ablandarle el corazón. No podía apartar mis ojos de él aunque su luz me quemara los ojos.
Sentía como poco a poco el ardor se elevaba conforme lo miraba mas y mas. Paso una eternidad hasta que la luz levanto su mano hacia mi y emitió un ultimo resplandor que llego a mis ojos, haciéndolos arder en sangre y fuego, dejándome ciego e indefenso ante mi sentencia. Pude saber que había perdido por completo mi luz. No sentía ya a ese ser dentro de mi viviente, desesperado por encontrarse con su Creador y llorar por su perdón. Ya no existía, se había ido, dejándome sin motivación ni energía para seguir peleando por mi perdón. No encontraba la motivación de nada. Que mas daba, estaba condenado. Sin decir nada mas, sin moverme mas, me deje arrastrar por las cadenas hacia lo que fuera que me estuviera esperando.




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The Chosen Ones 0: OblivionWhere stories live. Discover now