Un Angel Condenado

24 2 0
                                    


Un Angel Condenado

Mi cabeza retumbaba ante aquellos recuerdos. Mi cuerpo temblaba violentamente al recordar aquel suplicio. Como fui perdiendo aquel halo de luz iridiscente, quemando mis ojos, llevándolos a la oscuridad infinita. Desperté helado. En una oscuridad infinita y un calor abrasador. Mi cuerpo estaba tendido en un piso al cual no podía ver, mi frente húmeda intentaba percibir un poco del fresco del piso liso debajo de mi.

Intente moverme sin mucho éxito. Cadenas de nuevo. No tenia ni idea de donde estaba. De quien era. De que había pasado. No lo sé. Mi cabeza se encontraba en ebullición y palpitante. No podía hacer nada mas que intentar recordar que paso antes de aquella neblina oscura que me tragó. ¿Que había pasado?

Tiempo pasó. Podia sentir una gota de sudor resbalarse por mi frente sin poder hacer nada para evitarlo. No podía hacer otra cosa que intentar ver en aquella oscuridad o atormentarme con mi pasado.

Era una oscuridad tan profunda y tan silenciosa. Ni siquiera se me había ocurrido esbozar algún sonido y perturbar aquel agujero negro en el que me encontraba.

Intente moverme pero de nuevo aquellas cadenas lo impidieron, chasqueando entre si y resonando en un eco en aquel pasillo de la nada. Debía ser enorme esta sala para emitir aquel eco. Intenté moverme con mas brusquedad, haciéndolas resonar con mas fuerza. El sonido resonó con un gran eco.

Si, este agujero negro es enorme. Pensé para mis adentros. Podía intentar hablar para mi mismo, hacer algo de sonido aquí pero dos cosas me lo impedían. Algo en esta habitación me hacía creer que no estaba del todo solo o que al menos, me vigilaban y no les daría el gusto de verme derrotado o asustado en la penumbra aunque realmente lo estaba y de aquí va mi segundo punto. Algo me decía que no estaba para nada cerca de casa y eso me intimidaba un poco. No lo voy a negar pero no le daría el gusto a nadie de verme perturbado con mi realidad.

Aun mis ojos ardían de aquel cegador halo que me atacó antes de dejarme en la oscuridad. ¿Será que aun sigo ciego? ¿O de verdad estoy en medio de las tinieblas?

No se cuanto tiempo pasé pensando en lo que había pasado conmigo en aquella absoluta oscuridad. No se cuanto tiempo jale las cadenas para saber que seguía aquí en esta maldita realidad.

Entonces de aquella penumbra salió una puerta, dejando entrar luz que quemo mis ojos. No hice mas que alejar mi rostro de ella. Me escocían los ojos. Intente alejarme de la luz pero las cadenas solo dejaban echar mi rostro hacia atrás. Seguido de la luz sentí el calor abrasador llenar mi agujero negro. Apreté los dientes por la agonía. Pero solo eso. No gruñí ni mucho menos grite.

Había decidido que cualquier cosa que enfrentaría de ahora en adelante, sería con la mayor frialdad posible aunque me sintiera un despojo de criatura.

Unas manos calientes, abrazadoramente infernales, tomaron mi rostro y lo llevaron hacia si. Solo quedo en mi cerrar los ojos. Y aguantar aquello sin quejarme. No sería débil.

Abre los ojos sin temor, Arakiel. Bramó una gruesa voz.

Abri lentamente los ojos. No habia luz que me quemará. Era solo la luz normal que mis ojos habían evitado durante no se realmente cuanto tiempo.

Un hombre estaba enfrente de mi. Su piel era morena, de un color vibrante. Su cabello rizado se hallaba en una coleta detrás de su cuello. Sus ojos rojos me contemplaron. Vestia una tunica blanca, que le llegaba hasta debajo de las rodillas. Sus pies parecían de lo mas humanos, no como yo los había esperado. Calzaban unas sandalias de cuero. Era de una estatura algo mas baja que yo, podria decir que no seria rival para mi pero yo sabía que detras de esa apariencia que él había decidido usar, se escondía una criatura tan poderosa a tal punto de causar la división de nuestra especie. Era el mismísimo Luzbel, Lucifer ahora. El primer caído.

The Chosen Ones 0: OblivionWhere stories live. Discover now