Isabel suspiro y tras bloquear su celular lo dejo a un lado, cubrió sus ojos con su brazo y soltó un pequeño gemido a forma de lamento, en muchas oportunidades se había preguntado que estaba haciendo con su vida, porque algo le decía que iba error tras error, pero aun así se negaba a dejarlo y seguía como una estúpida insistiendo detrás de un enorme "PROHIBIDO", ¿Ese era el tipo de vida que queria? Tomo su celular y envió una respuesta.

"Te dije que tenía almuerzo familiar, ¿recuerdas?, tardare mucho mas de lo esperado. También quiero verte, ¿estarás esta tarde en casa?"

La respuesta no tardó mucho en llegar.

"No bonita, me temo que no estaré en casa para la tarde porque hoy trabajare de mesero en un evento, pero podemos hablar un rato, hace mucho no lo hacemos, ¿qué te parece si jugamos a las preguntas y respuestas? Seguro que te acuerdas de que trata y lo emocionante que puede llegar a ser"

Su corazón se aceleró, por supuesto que lo recordaba, cuando recién empezaron a hablar y se tenían un poco mas de confianza hicieron aquel juego, consistía en hacer preguntas sin límites alguno, no importa el tema o lo personal que puede llegar a ser si aceptas jugar estas en la obligación de responder, la primera vez ella le confesó que era virgen y que en alguna oportunidad tuvo fantasías sexuales con él, además de las experiencias que había tenido al respecto porque a pesar de no haber sido penetrada por ningun hombre sabia lo que era un orgasmo, el cuerpo desnudo masculino y generarle placer a un hombre. Él así mismo le confesó que la deseaba desde mucho tiempo atrás, lo mucho que lo excitaban sus curvas y atributos femeninos y lo atraído que se sentía hacia ella.

Isabel siempre fue de las que apreciaba ante todo la verdad sin importar que tan cruel puede llegar a ser, por lo que esas confesiones la dejaban con un extraño sentimiento entre el placer y el dolor, pues en esa oportunidad también le advirtió que pasara lo que pasara entre ellos nunca estarían juntos de forma formal, nunca serian una pareja, aquello no sería más nada que una atracción física y una diversión sexual.

"Está bien, la reunión esta un tanto aburrida así que juguemos, espero que recuerdes cual es la única regla"

Eduardo respondió.

"Nada de mentiras"

Esas tres palabras generaron en Isabel un temblor que la estremeció de pies a cabeza, ese era su mayor problema, que, aunque sabía que lo que hacia no era correcto no estaba ni mínimamente dispuesta a dejarlo, era un tanto masoquista.

"Bien, empieza"

Le costó demasiado cerrar la conversación y aun mas bloquear su teléfono, una conversación así tenia la habilidad de mantenerla interesada, al pendiente, a la expectativa y más que ansiosa por recibir un mensaje más, una pregunta o una respuesta, poco importaba de cual de las dos se trataba, Eduardo tenia el poder de atraparla de tal forma que no le interesaba nada mas que él y la extraña relación que compartían.

-Isa, ¿quieres un poco más de limonada? Su tía trajo una jarrada –dijo su padre desde la puerta sobresaltándola y sacándola de la pequeña ensoñación en la que Eduardo acababa de dejarla, algo que agradeció, debía recordarse a si misma que nada era mas importante que su familia y que aquello no era más que una estúpida fantasía que terminara una vez alguno de los dos pierda el interés, lo que puede que termine mucho mas pronto de lo que imagina y no precisamente de su parte, él siempre fue de esos hombres a los que le gusta compartir su vida con una mujer en una relación estable.

-Si papi, tengo mucha sed –dejó su teléfono sobre la cama y se levantó para ir tras su progenitor quien le sirvió limonada y un pequeño postre que le compro cuando fueron a comparar unas cervezas para tomar, su papa sabia lo mucho que le gustaba el arequipe y todos sabia lo mucho que él la consentía, siempre buscaba la manera de complacerla y ella sabia retribuírselo siendo una buena hija.

El secreto de tus besosWhere stories live. Discover now