Tras una dura batalla

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Yuuki, Luna y Alex fueron corriendo hasta donde estaba el cuerpo de Max. Estaba inconsciente y su cráneo tenía diversas contusiones. La sangre corría por su cabeza. El verde pasto estaba manchado de rojo.

Luna se acercó a Max tocándole el pecho, cerró los ojos suavemente y una cálida aura cubrió el cuerpo completo de Max.

Las heridas de él sanaron rápidamente. Su respiración ―que cada vez era más lenta―, se normalizó. Estaba durmiendo como un bebé. Tarde o temprano despertaría.

Alex cayó al suelo exhausto. Un zumbido molestoso penetraba desde sus orejas hasta la misma masa encefálica.

―¿Estás bien? ―Yuuki se agachó para estar a la altura de Alex. Estaba preocupada por él pues no tenía buen aspecto―. Aún te sigue saliendo sangre.

―Yo me encargo ―Luna se acercó a Alex para curarlo.

―Luna... muchas gracias. Me estoy sintiendo mejor.

―Diste una muy buena pelea ―Luna sonrió―. ¡Qué bueno que reaccionaste! Se te notaba un poco perdido.

Sus ojos se encontraron por un segundo. Luna apartó la mirada rápidamente. Suspiró un tanto molesta al recordar que no quería ver a Alex durante el resto del día.

―Lo siento ―dijo él al darse cuenta de la cara fastidiada de ella. El zumbido en sus oídos se desvanecía lentamente.

Yuuki miró a ambos desconcertada. Se sintió completamente apartada. Sospechó que algo estaba pasando entre Luna y Alex.

―¿De qué te disculpas? ―Luna se levantó del suelo para retirarse pronto. Sus intenciones era ir a la casa del Jefe para entrenar y despejar su mente.

―Por ser tan tonto.

Luna sonrió. Volvió a mirar a su compañero y esta vez no apartó la mirada de él. Se dio cuenta que era muy sincero y eso le agradaba. Lo que le molestaba mucho era que fuera tan inmaduro.

―No te preocupes. Está todo bien. Me alegra que hayas ganado.

Tras decir esas palabras, Luna se alejó pensando qué haría con Alex.

―¡Me siento como nuevo! ―exclamó Max, de pie, estirando los brazos al aire.

―¡Que rápido recuperaste el conocimiento! ―Yuuki sonrió, pero su atención no estaba en Max, sino en Alex que miraba cómo Luna se alejaba.

―No recuerdo muy bien lo que sucedió. Supongo que perdí.

Alex aún seguía sentado, pensando en Luna una y otra vez.

―Lo que recuerdo con claridad fue tu golpe ―dijo Max dirigiéndose a su compañero, apoyando su mano en el hombro de Alex―. Fue increíble. Realmente he perdido.

―Pero tu técnica casi me vence. Fue asombroso cómo desapareciste de un momento a otro. Tuve que confiar en mi instinto para ganarte ―Alex se puso de pie. No tenía sentido que siguiera pensando en Luna. Lo hecho, hecho está. Aunque deseaba rebobinar el tiempo lo suficiente para no tener que declararse.

―Sí. La teletransportación es maravillosa, da muchas ventajas en una pelea. La desventaja que tiene es que gasta mucha Energía Espiritual y tengo un límite muy corto de distancia para desplazarme.

―Aún así no deja de ser invencible si la sabes usar muy bien.

Max asintió. Sus intenciones era pulir la técnica para eliminar lo más que pueda las restricciones y ser el más fuerte de todos. Sin embargo, no podía estar conforme. Sabía muy bien que Alex podría haber tenido el duelo a su favor desde el principio, por lo que le dio un fuerte golpe en la cabeza.

Fantasía de un último deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora