Capítulo 4

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Narra Andy

Me desperté. Miré a mi lado y en este se encontraba Steve. Fruncí el seño. Supuestamente él había dormido en el suelo.

Supuestamente.

- Agg- me quejé.

Salí del calor de mi cama y con mis pantuflas me dirigí hacia el baño.

Decidí darme una ducha. El agua caliente me relajaba, tanto que hasta me daban ganas de volverme a mi cama - echando a Steve, por supuesto- y quedarme todo el día durmiendo. Puesto que luego de lo de anoche me quedé divagando gran parte de esta.

Miré el reloj que se encontraba en mi mesita de luz. Las 7:45 am. Sentí la puerta principal y me tensé al escuchar las voces de mis padres. Ya estaban de vuelta. Sin ganas bajé hacia el comedor y allí los encontré.

- Buenos días- exclamé amable.

-Buenos días- como era costumbre sólo me saludó mi madre. Mi padre ni siquiera se volteó a verme.

- ¿Recién te levantas?- preguntó mi madre.

- Hace un rato lo hice, pero no he desayunado- confesé.

- Pues entonces hazlo- dijo mi padre sin siquiera verme- te espera todo lo que no estudiaste ayer, sin mencionar lo de hoy. - No intenté protestar. Sería en vano.

Me senté a desayunar. Mi madre ya había colocado las tazas y platos junto con la comida. Miré la mesa con ansias. Habían tostadas con mermelada, cereales, frutas, leche, té, café y sobre todo mi mirada se posó sobre el pastel. Me dispuse a sacar una porción cuando mi madre me quita la mano.

- No, no, no- movió su dedo índice en forma de desaprobación- nada de pastel para tí- me pasó unas galletas de arroz- ésto es lo que tú vas a desayunar-.

Miré las galletas. No eran para nada de mi agrado. Miré a mi madre haciendo un puchero.

- No- Sentenció seria.

Me resigné a comer éstas insípidas galletas. De verdad las odio. Mi único consuelo es el café que me ayuda a pasarlas, y no hay problema con el azúcar ya que no le coloco.

Al terminar de desayunar ayudé a mi madre a acomodar la mesa y lavar las vajillas. Al acabar mi padre me habló.

-Bueno, deja de hacer tiempo y sube por tus cosas- me tragué como siempre mis comentarios y subí a mi cuarto por mis cosas de estudio.

- Buenos días- escuché apenas abrí la puerta.

Miré hacia mi cama y allí estaba Steve, recostado de lado con esa tonta sonrisa burlona. Sólo he pasado un día junto a él y ya odiaba esa sonrisa y más cuando se acostaba sobre mi cama-no soporto que la gente se acueste en mi cama-. Le dirigí una mirada cortante y sin contestarle fui hasta la biblioteca de mi cuarto para comenzar a tomar lo que necesitaba.

- Dije buenos días- de pronto el ojiverde se encontraba enfrente mío apretándome contra la biblioteca.

- Ya déjame- dije molesto.

- No hasta que me digas buenos días- contestó arrogante. Lo miré dedicándole todo mi odio.

- Buenos días- exclamé entre dientes.

- Mmm, por hoy te lo acepto- seguía sin soltarme.

- Ya lo dije ¿Podrías soltarme porfavor? Tengo cosas que hacer- recién eran las 8:40 am y ya había colmado mi paciencia.

- Primero escúchame- bufé resignado. El ojiverde sólo me sonrió- Voy a marcharme-.

-¡Por fin!- exclamé felizmente interrumpiéndolo.

Steve, el demonio del que me enamoréWhere stories live. Discover now