Capítulo 2

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Advertencia: escenas "sangrientas" en la segunda mitad del capítulo, si eres sensible recomiendo omitir.

Narra Andy

Desperté gracias al ruido provocado por los repetitivos golpes en la puerta de mi habitación.

-Hijo, cariño- era la dulce voz de mi madre.

Abrí pesadamente los ojos.

-¿Qué pasó?- pregunté algo somnoliento.

Me encontraba acostado de lado en el suelo, mi cara se había pegado un poco a éste. Comencé a pararme lentamente algo adolorido tanto por haber dormido en donde lo hice y por la cortada que-aunque no era muy profunda dolía- poseía en la espalda.

Miré el reloj, las 7:00 am, sólo había dormido 2:30hs aproximadamente. Luego mi vista se posicionó en mi cama. Abrí los ojos de golpe.

¡Había olvidado por completo al muchacho!

-Joder- exclamé.

-¿Qué dijiste hijo?- preguntó mi madre desde la otra parte de la puerta.

- Que...que...- empecé a pensar una excusa- ¡Ah! ¿Qué decías?-.

- Creo que va a ser mejor que entre- Palidecí.

- ¡N-no!- grité- ¡M-me estoy cambiando!-.

- Ah, bueno, te decía que con tu padre tenemos que hacer un viaje de última hora debido a un problema de la empresa- sonreí- Disfruta tu día- susurró mi madre antes de irse.

Salté de emoción. Aunque mañana seguramente estaría fatal, lo más probable es que mi padre me haga estudiar el doble para compensar. Me amargué un poco.

Fui al baño y tomé una ducha caliente ya que estaba helado por el simple hecho de haber dormido en el suelo. Al salir -ya cambiando- miré al chico. A pesar de estar herido descansaba con una expresión de paz inexplicable. Hasta parecía feliz...

Dejé de mirarlo y soltando un suspiro me dirigí hacia la cocina para poder desayunar junto a mis padres -no sin antes cerrar con llave la puerta de la habitación-.

- Buenos días- dije.

- Buenos días- me respondió mi madre.

No hace falta aclarar que mi padre ni se molestó en mirarme.

- Te dejamos dinero para que te puedas preparar algo de comer en el día- dijo mi madre.

- Gracias- le sonreí.

- Intenta no acostumbrarte a esto- comentó mi padre.

Dejé de sonreír.

- Claro que no padre- contesté al fin.

Luego de un desayuno silencioso mis padres se fueron. Relajé mis hombros. No sabía lo tenso que estaba. Suspiré. Luego recordé al sujeto de mi habitación. Volví a tensarme por completo.

Antes de subir tomé un cuchillo del cajón
-que ese chico me haya salvado la vida no cambiaba el hecho de que fuera peligroso-.

Miré el cuchillo. Miré su hoja. Era bellísimo, el plateado del acero, el suave mango de madera, su filo...

Dejé de apreciar el cuchillo como un maníaco, debo admitir que los amaba pero no los uso para matar a nadie, que quede claro.

Abrí lentamente la puerta. Observé mi cama. El muchacho seguía allí durmiendo pacíficamente. Cerré la puerta.

- Okey, allá voy- dije y entré al cuarto de un sólo salto.

Pero esta vez el tipo no estaba en mi cama. Palidecí. Comencé a mirar hacia todas las direcciones posibles, desde el suelo hasta el techo, desde abajo de la cama hasta atrás de la puerta. Nada.

Steve, el demonio del que me enamoréWhere stories live. Discover now