Capítulo 1

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             La joven corría por las calles, sin dejar de mirar a sus espaldas. Llevaba las manos llenas. Apresuradamente giró, penetrando en un mugriento callejón lleno de cubos de basura, sobre los cuales se subió y saltó la vaya que separaba el callejón de una calle llena de naves industriales. A lo lejos podía oír el ladrido de los perros que la perseguían y sonrió para sí al verse a salvo. Ya no la encontrarían, ella conocía perfectamente aquel lugar y sabía cómo hacer para despistarles y la atravesó hasta salir por la parte de atrás. Bajando las escaleras y pasando un terreno lleno de escombros llegó a una calle residencial de muy baja categoría hasta llegar al lugar donde vivía. Justo al fondo de la calle, en una pequeña casucha construida con tablones viejos que había hallado en la basura. Abrió la puerta de rejas mugrienta y penetró en el interior. La pequeña habitación se encontraba en penumbra, dejó lo que había conseguido en la mesa y fue al lugar donde había abierto una pequeña ventana y apartó los plásticos negros que la cubrían, dejando que entrara la claridad del día. Luego, miró de nuevo el interior y suspiró resignada acercándose a la mesa desvencijada cuando oyó un débil maullido.

            — Oh, Devil... por supuesto que no me había olvidado de ti...—  murmuró abriendo las bolsas que había traído, las cuales contenían un pan, un bote de leche y una pequeña lata de comida para gatos—  siento que sea tan poco... mañana tendré que volver a ver si consigo algo, aunque seguro que ya me tendrán fichada...—  suspiró y el gato volvió a maullar antes de salir de entre las sombras y subir a la mesa de un salto. Era un precioso gato de color oscuro con una mancha blanca en la cola y alrededor de un ojo. Ella lo acarició con aprecio antes de abrirle la lata de las comidas. Entonces se oyó unos pasos que se dirigían a su casa.

            — está la reina de los ladrones ahí dentro?—  preguntó una voz de chico.

            La joven sonrió.

            — Pensaba que tenías clases, Max—  dijo partiendo un trozo de pan para luego comérselo.

            — No me apetecía ir—  dijo Max abriendo la puerta. Ella se giró.

            — Eso no es propio de ti ¿es que ha pasado algo?

            — He visto a un chico merodeando por aquí...

            — ¿Un chico? ¿Qué aspecto tenía?—  preguntó la joven frunciendo el ceño.

            — Pues era un tipo rubio de ojos claros.

            Ella pensó en la gente que conocía pero ninguno coincidía con la descripción así que se encogió de hombros.

            — Pues no me suena...—  murmuró y se llevó una mano al pelo para quitarse la coleta y liberar su larga cabellera rojiza que le combinaba con sus llamativos ojos oscuros cubiertos por unas finas y largas pestañas.

            — Meira, debes tener cuidado... podría ser de la pasma.

            — ¿La pasma?—  ella se volvió para coger otro trozo de pan y soltó una leve carcajada—  no lo creo... esos pringados me pierden siempre a la vuelta de la esquina—  sonrió y le indicó el pan—  ¿quieres? Es lo único que puedo ofrecerte, a no ser que prefieras un vaso de leche.

            — Meira, debes dejar de mangar, búscate un curro bueno.

            — ¿Un curro bueno? Imposible, ya sabes que me echan de todos los que consigo... es como si tuviera lepra.

            — Haz un ciclo... dan becas.

            — ¿Y crees que me aceptarán con estas pintas?—  Meira señaló sus ropas, las cuales estaban raídas y llenas de manchas—  además, no sirvo para estudiar.

Eterna OscuridadWhere stories live. Discover now