Extra: Sol y Agua

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Sarada estaba de pie, con ambos brazos cruzados sobre su pecho. Hacía calor y el estar de pie debajo del rayo del sol resultaba una gran sensación, aunque aún había una fuerte brisa. Se encontraba con Boruto en medio de un bosque a las afueras de Konoha, sin nadie cerca en kilómetros. Estaban de pie frente a un lago con una pequeña cascada. Boruto saltó hacia el agua, salpicándola. Allí Sarada sintió un escalofrío por las ráfagas de viento, además del agua que le salpicó en su zona intima. Sus pocos vellos púbicos se erizaron por el frio, poniéndole la piel de gallina.

—¿Qué esperas, Sarada? El agua esta deliciosa —exclamó Boruto.

Sarada estaba de pie, desnuda sobre una gran roca. Miró hacia atrás, donde estaba su ropa y la de Boruto. Utilizó el Sharingan para asegurarse de que no hubiera nadie cerca. Al asegurarse de que él y su amante estuvieran solos, se dio la oportunidad de empezar a disfrutar la ocasión. Se sonrojó al ver al rubio, flotando de espaldas, dejando su desnudo cuerpo al descubierto. Sin más, Sarada saltó hacia el lago, cayendo junto a Boruto.

Habían pasado cuatro meses desde su revelación amorosa en el hotel Yaburu, después de aquella misión fuera de la aldea de la Hoja. No podían disfrutar de su amor, pues aunque se veían casi todos los días, nunca podían estar solos. Los pocos momentos íntimos que tuvieron, nunca pudieron hacer demasiado, pues al ser una aldea de ninjas tan habilidoso, nunca sabrían quién podría estar espiando. Durante esos meses solo pudieron hacer el amor una vez, cuando la mayoría de los ninjas salieron hacia un entrenamiento extremo contra el Hokage. Hacia una semana, cuando hacían una misión, pudieron ver los numerosos mapas de un topógrafo que venía de visita, descubriendo así ese hermoso y solitario lago.

Boruto y Sarada se besaban con pasión, llevando sus manos al rostro del otro. Dejaban que el agua los envolviera y que el sol los calentara. Mientras se besaban, Boruto fue bajando sus manos, llegando a los pequeños senos de Sarada. Acarició sus pezones, los cuales ya estaban erectos por el frio. Boruto los pellizcaba, jalaba y acariciaba, haciendo gemir a su amada. Poco a poco, fue bajando aún más su mano, llegando al abdomen, dándole un escalofrío a Sarada.

—Ya extrañaba esto —alcanzó a decir entre los numerosos besos.

—Yo igual —sonrió Boruto—. ¿Te gusta?

La mano derecha de Boruto bajó aún más. Sus dedos se estiraron, tocando los primeros vellos púbicos de la Uchiha. Entonces Sarada le salpicó una gran cantidad de agua en el rostro y logró escaparse, alejándose un par de metros.

—Si quieres tocarme ahí, primero me tienes que alcanzar —rio Sarada, comenzando a nadar para alejarse de su novio.

—¡Voy a alcanzarte!

Ambos comenzaron a nadar de un lado al otro del lago. Cuando se alcanzaban volvían a los besos, para después jugar entre ellos, empujándose, lanzándose agua y sumergiéndose. En una de esas Boruto sujetó a Sarada, abrazándola desde atrás. Sarada sintió el miembro erecto de Boruto, haciendo que su pulso se acelerara.

—¿Ya estas despierto tan pronto? —se mofó Sarada, llevando su mano hacia atrás para tomar el pene de su novio y comenzar a jalarlo. Boruto gemía junto al oído de Sarada, excitándola más a ella mientras le masturbaba—. Sin duda esto te gusta, guapo.

—Muchísimo.

Ambos salieron del agua, donde Boruto recostó a Sarada en una roca inclinada. Allí Boruto se agachó y comenzó a lamer la zona más privada de Sarada. Con sus dos dedos separó los labios de Sarada, pasando su lengua por en medio. Sarada gemía, más fuerte con cada nuevo lengüetazo. No había nadie cerca, no tenían necesidad de contenerse.

Boruto pasó la lengua por la pequeña protuberancia en el extremo superior, Sarada se retorció de inmediato. Con su dedo índice siguió estimulando su clítoris, mientras que daba besitos por todo su monte de Venus, de arriba a abajo, besando también el interior de sus muslos. Cuando la vagina de Sarada se humedeció hasta más no poder, Boruto metió el primer dedo. Lo metía y sacaba una y otra vez. Sarada solo gritaba del placer. Sin aviso, Boruto metió un segundo dedo, comenzando a meterlos con rapidez, buscando estimular el punto G de Sarada. Hacia sus dedos hacia arriba, tocando la zona más sensible de Sarada. Por falta de experiencia Boruto lo hacía con menos delicadeza de lo que su amada hubiera querido. Poco después, Sarada volvió a gritar, teniendo un fuerte orgasmo donde echo varios chorros de su esencia, llenando la mano de Boruto. Al mismo tiempo y por reflejo, jaló el pelo rubio de su amante, arrancándole un par de cabellos.

El Mejor Error de la Vida, Boruto y SaradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora