La nieve se arremolinó formando manos de color verde azulado que le tocaron las mejillas. Todo su cuerpo se solidificó y se tornó tangible. Las uñas del espectro le arañaron ligeramente la piel, y el chico no podía apartarse.

Entonces, los pensamientos de la fantasma volvieron a penetrarle la mente.

«Esto fue lo prometido»

Instantáneamente, el aula cambió, crujiendo con el sonido del hielo resquebrajándose, parecido al metal partiéndose en dos

«¿Prometido? —Yoon no entendía a qué se refería ella—. ¿Qué promesa?»

El espectro gritó. Era un sonido agudo y metálico que pareció atravesar el aire. Los colores cambiaron, el verde mar transformándose súbitamente en añil mientras ella se agarraba el vientre, por el cual sobresalía un pincho de hierro. Se lo habían lanzado como un puñal de caza. En un instante, la fantasma se disolvió y desapareció. El pincho de hierro cayó al suelo.

—¡Jeonghan! —Jisoo lo sacó del aula mientras el hielo crujía bajo sus pies. El sonido y la sensación retornaron. El pasillo estaba lleno de gente, incluidos alumnos, profesores y los horrorizados padres del chico. La señora Ha estaba ahí, con la mano que había lanzado el pincho de hierro aún alzada, mirando con amarga satisfacción cómo el hielo del aula comenzaba a derretirse.

La señora Yoon corrió hasta su hijo y lo abrazó con fuerza. Solo después de sentir su calor, el menor se dio cuenta de cuan frío estaba él mismo, por lo que empezó a tiritar.

—Usted lo sabía... Es de hierro... El hierro los mata... Porque el hierro está en la sangre...

—Veo que sabe más del tema de lo que había dado a entender. Con suerte, esta noche también ha aprendido que no debe confiar en los fantasmas —dijo la rectora arreglándose los almidonados puños de encaje de su blusa. Clavó su penetrante mirada en el señor Yoon—. Ya basta de fingir. Tu hijo no se puede quedar aquí durante mucho más tiempo.

—¿Qué pasa? —dijo una voz en el pasillo.

Seungkwan y Seokmin se acercaron mirando a su compañero de cuarto entre el gentío, claramente aterrorizados. Era imposible que no vieran que Jeonghan estaba congelado y tenía manchas de sangre en la garganta como en el brazo. El mayor quiso gritarles algo para tranquilizarlos, aunque fuera una mentira, pero los dientes le castañeteaban tanto que le costaba mucho poder hablar.

La señora Ha dio una palmada.

—Ya es suficiente. Todo el mundo a su habitación.

Los alumnos obedecieron entre murmullos y susurros sobre «fantasmas» y «otra vez».

—¿Estás bien? —preguntó Hong.

—Él está bien —dijo tajantemente el padre del castaño. Entonces, Yoon cayó en cuenta de que tanto él como Jisoo seguían medio desnudos. Aunque sus padres habían sido tremendamente permisivos con ellos y sin duda habían supuesto que aquello ya lo habían hecho hacía mucho tiempo, era evidente que a su padre no le gustaba tener la prueba delante de sus narices—. Muchas gracias por tu ayuda, pero puedes irte.

—Tienen que irse todos —dijo la rectora evaluando el estado del laboratorio de Tecnología Moderna que estaba empapado de hielo derritiéndose—. Hablaremos de esto mañana —dicho aquello, se alejó con paso airado sin decir una palabra más.

—Han, ¿Seguro que te encuentras bien? —preguntó nuevamente el mayor.

—Estoy bien —masculló el castaño—. Solo quiero ir a mi habitación, ¿Si?

Crescent Moon ➳ SeventeenWhere stories live. Discover now