—Oigan, ¿No se ha sabido nada más de Lian Fei?  —preguntó Mingyu mientras ponía patatas en el plato de Wonwoo.

—Dicen que ha vuelto a casa —se apresuró a decir Hong. Se estaba ciñendo a la versión oficial de Septendécim para cualquier alumno vampiro desaparecido, lo cual era habitualmente la verdad, aunque no esta vez—. Cada curso lo dejan unos cuantos alumnos.

—Es raro —dijo Seungkwan—. El curso pasado, Wanyu; este, Lian Fei. Es decir, entiendo que alguien quiera largarse de este infierno, sobre todo teniendo fantasmas rondando por aquí, pero da la impresión de que a la dirección le traiga sin cuidado. ¿Y cómo es que los que se van son los alumnos más populares? El resto conseguimos aguantar.

—Ella no estaba contenta —dijo Jeon—. Se sentía sola. Se le notaba.

Aunque nadie nunca lo hubiera pensado, en efecto, Wonwoo tenía razón. Boo, por su parte, parecía escéptico.

—No sé por qué iba a estar más sola que el resto de nosotros la chica popular del Internado.

—Todo el mundo se siente solo —insistió el vampiro de anteojos redondos, y sonrió—. Debemos recordar que la vida hay que vivirla día a día. No podemos preocuparnos ni por el pasado ni por el futuro. La felicidad reside en el presente.

Seokmin se rió.

—Mingyu te ha lavado el cerebro a fondo.

Ahora que se fijaban, Wonwoo parecía mucho más relajado y, sí, lo que llevaba en los pies eran unas deportivas de bota negras. Ahora, en vez de parecer un mártir sacado de algún texto medieval, el vampiro se vestía y movía casi como un chico normal. Aún hablaba de un modo extraño, pero no tanto como para llamar la atención. Y, lo que era más importante, por primera vez parecía feliz. Un año compartiendo habitación con Mingyu le había hecho mucho más bien del que jamás podría haberle hecho una década de instrucción en Septendécim.

—Tú también tendrías que hacerle caso, Jisoo —dijo Kim empujando el zapato de este con el suyo—. Carpe Diem.

—Lo intento —Hong se esforzó por parecer animado, pero no fue muy convincente. Aquel mes no había estado mucho más contento. El enfrentamiento con Charity le había afectado mucho. No solo había preferido su hermana a la tribu en vez de a él, sino que se había convertido en uno de ellos, en un ser violento, despiadado y cruel. De una cuchillada, había puesto fin a la existencia de Lian Fei.

Puede que Seungkwan percibiera cierta melancolía en el ambiente, porque se apresuró a hablar sobre cualquier tema.

—El cielo está despejado. Esta noche deberíamos salir a observar las estrellas. ¿Qué les parece la idea?

—Esta noche no —replicó Jeonghan—. He prometido ayudar a Jisoo con un trabajo.

—Está bien, pero lo haremos pronto.

De hecho, el «Trabajo de Clase» consistía en jugar con una consola de vídeo, una pura diversión para Jeonghan, pero una asignatura difícil para Jisoo en el área de Tecnología Moderna.

—Esto debería dársete mejor —dijo el castaño mientras su guerrero apuñalaba fácilmente al contrario en la pantalla por duodécima vez—. Has combatido en varias guerras, ¿No?

—En muchas —el de cabellos lilas fulminó los mandos con la mirada—. Para mí no tiene ningún sentido pensar en una batalla como en un juego.

—Entonces piensa que es como la esgrima —sugirió el otro—. Ya sabes, movimientos que practicas para hacerlo bien. Un papel que encarnas.

—Eso tiene lógica —sonrió y se recostó en el sofá del aula de Tecnología Moderna. Entonces, su sonrisa cambió, haciéndose más dulce e intensa—. Jeonghan, ¿Por qué seguimos haciendo esto?

Crescent Moon ➳ SeventeenWhere stories live. Discover now