—Eso está sólo a una cuadras más —echó un vistazo de preocupación sobre su hombro—. Creo que los chicos que me molestaban andan por aquí. Déjame caminar sólo un poco más contigo. Me dejarás, ¿Verdad? Está oscuro aquí y podría perderme.

A pesar de eso, Jeonghan quiso negarse. Seungcheol llegaría en cualquier momento, y él no quería nada de espectadores para su esperada reunión. No estaría asustado exactamente por ver a otro vampiro, pero él era el único en quien confiaba. Estaba la posibilidad de que no la reconociera como vampiro, pero teniendo en cuenta su entrenamiento en Adamās, lo dudó.

—De acuerdo, vámonos.

Siguieron hasta la estación brazo con brazo. La música llegaba desde todos los bares que había alrededor, y aunque estaba fuerte, se podía escuchar claramente cualquier cosa.

—Déjame adivinar —ella dio un tímido vistazo—. Septendécim, ¿Cierto?

—Sí, ¿Fuiste alguna vez?

—Traté, pero la directora no me gustó. Ha, creo que se apellidaba. ¿Aún está allí?

—Como si alguna vez fuera a dejar su reino —murmuró él.

—Eso es cierto. Bueno, yo no le agradé ni un poco y eso hizo las cosas bastantes desagradables.

—Tampoco le agrado. Creo que odia a todos aquellos que no son, bueno, ella.

—¿También te escapaste del colegio? Eso fue lo que yo hice.

—Sólo escapé por este fin de semana.

—Creo que nunca podré volver. No después de... —su vista se hizo distante, pero luego sacudió la cabeza—. No importa.

Cuando caminaban desde el centro hasta la estación de trenes, pudo sentir la angustia de la vampira. Ella no parecía capaz de cuidarse a sí misma. Qué terrible debía de ser vivir por siempre sola, volviéndose más y más cínica fuera de la civilización.

Por primera vez entendió por qué los vampiros necesitaban Septendécim. Siempre supo que tenían la tendencia de perderse en los tiempos en los cuales vivían, y sus padres siempre le decían lo fácil que era echarse un vistazo de repente y darse cuenta de que su ropa tenía algunas décadas de retraso, o que no sabías lo que pasaba en el mundo, pero tampoco importaba. Jeonghan pensó en cómo se sentiría estar tan separado del mundo.

La estación de trenes estaba a unas pocas cuadras del centro, pero la caminata pareció más larga. Tal vez tenía que ver con el contraste de los gritos, la música y la gente que había unas cuadras atrás, y el silencioso lugar de ahora. Unas cuadras iluminadas más allá, también había mucha oscuridad. Su nueva compañía no tenía nada que decir. Aparentemente, estaba contenta sólo con agarrarlo del brazo.

Miró su reloj: 11:55 p.m.

La vampira abrió una de las puertas de la estación, era un cuarto con bancos.

—Tu chico aún no ha llegado.

—No creo —Jeonghan miró la estación con resignación y desilusión. Sabía que probablemente la estación de trenes no era el lugar más romántico para un reencuentro, pero pudo haber sido peor. Piso de linóleo, letreros fluorescentes colgando por todas partes y algunos bancos de madera no eran exactamente su lugar ideal, pero, ¿Qué importaba eso? Lo único que debía importar era que pronto estaría con Seungcheol de nuevo, y en pocos minutos. Una vez que estuvieran juntos, sabía que no le prestaría atención a nada más.

¿Qué pasaría si ya no era lo mismo para él?
Su carta había sido asombrosa, pero, de todas formas, no se habían visto desde hacía meses. ¿Qué pasaría si las cosas habían cambiado entre ellos?, ¿O si ya no sentía lo que solía sentir?

Crescent Moon ➳ SeventeenWhere stories live. Discover now