Abandona la carne

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La implacable lluvia hendía el paraguas de Trevor mientras esperaba a su compañero y mejor amigo: Hideo. En realidad se encontraba a escasos metros de la entrada de su trabajo, pero no le apetecía moverse, además, gustaba del repiqueteo de la lluvia; lo ayudaba a ordenar sus pensamientos.

Cuando recibió la llamada de Philip Lacroire, su superior y jefe de la BCIP(Brigada Contra la Información Peligrosa) a menos de hora y media para que terminase su turno, se esperó lo peor, y en efecto, las circunstancias no apuntaban en buena dirección.

—Es un tema un tanto extraño... extraño y escabroso— había comenzado a informarle—,ya he avisado a Hideo para que te recoja a la entrada. No creo que tarde.

Mal asunto, pensó Trevor, rara era la ocasión en que su jefe no le informaba detalladamente sobre un caso. Maldijo el no haberse acordado de preguntarle a algún otro compañero de la Brigada.

Escuchó el motor del vehículo de Hideo en la distancia de la noche creciente, en un par de segundos vislumbró sus focos y cuando quiso darse cuenta el coche ya estaba detenido frente a él. Un modelo deportivo de cuatro plazas diseñado para parecer antiguo pese a que sus componentes eran totalmente de última generación.

—Te he hecho esperar ¿eh?

Hideo Mandyard era de ascendencia oriental, apenas quedaban ya rasgos de dicha raza en su rostro, pero los que poseía eran muy marcados. Tenía el cabello negro y largo en forma de tazón haciendo apenas visible su frente y estaba tan delgado que daba la impresión de no ser una persona precisamente imponente. Sin embargo, bajo su ropa se encontraba un cuerpo fibroso y entrenado día a día en varios tipos de artes marciales, práctica común en casi todos los miembros de la brigada, Hideo sin duda se trataba del más experimentado.

Anteriormente había sido inspector de policía en los barrios más peligrosos de Downpour City, ahora ya bien entrado en la treintena y con todos los errores de novato eliminados, era uno de los agentes más efectivos. No obstante, lo que hacía de Hideo un miembro único para la BCIP era que, a excepción del dispositivo de comunicación privado y secreto de la brigada (CODEC), su cuerpo era totalmente humano. Si bien Hideo no tenía nada en contra de los cuerpos prostéticos y comprendía todas sus ventajas, sus fuertes creencias fruto de sus raíces y de lecturas de pensadores del mundo antiguo le había llevado a tomar la decisión de no emplear uno.

Trevor subió al vehículo, la lluvia repiqueteaba violentamente contra la carrocería.

—Sí que me has hecho esperar, ¿se puede saber por qué has tardado tanto?—le preguntó en un intento de no parecer indignado.

—A diferencia de otros, tengo necesidades biológicas y el jefe me pilló en plena faena—replicó Hideo con sonrisa burlona.

El motor rugió y comenzó su travesía bajo la tempestad, Trevor quiso distraerse con el sonido del parabrisas combatiendo a la lluvia, pero la tardanza de su compañero, su triste excusa y todo el misterio que rodeaba al caso lo tenían demasiado confuso. Sentía como sus pensamientos inconclusos bullían caóticos en su cerebro cibernético.

—Sigo sin entender cómo con el sueldo que tienes no te compras de una vez un cuerpo prostético—zahirió tratando de provocar a su compañero.

—Ya sabes lo que pienso, quiero morir, es el ciclo natural de las cosas.

—Pues no hagas una copia de seguridad de tu cerebro, además, así no tendría que esperar bajo la lluvia a que termines de cagar—Hideo soltó un bufido amistoso y sin quitar la vista de la carretera le hizo un corte de manga a Trevor mientras sujetaba el volante con una mano.

—¿Es que tampoco puedes poner el piloto automático como hace todo el mundo?—la respuesta de Hideo fue pisar aún más el acelerador.

—No confío en las maquinas, son tan perfectas que cuando cometen un error acaban creando perfectas desgracias.

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⏰ Last updated: Dec 28, 2019 ⏰

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