Capítulo 5: Direcciones Opuestas

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Narra Lara:

¡¿Qué diablos?! ¡¿Qué malditos diablos?! ¡¿Qué carajo?!

Esto no puede estar sucediendo, ¿Qué son esas cosas? ¿De dónde salieron? ¿Por qué nos persiguen? No tiene sentido, jamás había visto algo como eso.

Mi corazón late rápidamente, mis piernas tiemblan y los pies me duelen de tanto correr. Timothy se detiene de repente, y como si se sintiera igual que yo, se abalanza contra una gran roca de al menos medio metro. Lo escucho respirar de forma agitada, está completamente transpirado, su camiseta tiene un círculo de sudor debajo de su cuello y de su cabello caen diminutas gotas saladas.

Él lleva sus manos a la cabeza y estira su cabello nervioso. Por su parte, Megan se mantiene parada, con la espalda encorbada y las manos sobre sus rodillas, también está agitada, pero no tanto como nosotros, y es extraño, porque suele ser la menos atlética del grupo.

Es entonces, que escucho a alguien sollozar, y al girar la cabeza, veo a Tim: Su rostro está empapado, las mejillas rojas como tomates y mantiene una expresión de completa tristeza. Abro los ojos, es raro ver llorar a alguien que no conoces.

Intento acercarme, creo que debo consolarlo.

Pero no puedo hacerlo, pues comienza a hablar, y la forma en que lo hace, me hace estremecer.

—Murió —Musita con la voz quebrada. —Mariana murió.

—Tim —Megan es quien intenta acercarse ahora.

—¡Está muerta! —Exclama, provocando que mi amiga retroceda. —Esa cosa la despedazó, así, como un maldito oso de peluche.

—Sabemos cómo te sientes... —Susurra Meg.

—¡No tienes ni puta idea de como me siento ahora! —Él grita de nuevo, poniéndose de pie de forma instantánea y dando pasos agigantados hacia la chica. —¿Por qué tuvo que ser ella? ¿Por qué no fue una de ustedes?

Mis ojos vuelven a abrirse, el rostro de mi amiga refleja temor, retrocede con lentitud, sin despegar la mirada del lunático.

—Aléjate de ella —Me pongo en medio de ambos, mi mandíbula está tensa. —Mira, todos estamos asustados, y lo que le ocurrió a tu amiga nadie se lo merece, pero pasó y sino salimos de aquí, seremos lo siguientes. —Trago saliva, presionando mis puños con fuerza. —Así que deja de actuar como un psicopáta y ayúdanos a salir de este maldito bosque.

Tim no deja de mirarme en completo silencio, sus ojos grises no demuestran sentimiento alguno, y, de un momento a otro, de forma incomprensible, cae hacia atrás, volviendo a estar sobre la gran roca.

Cruzo miradas con Megan, ella gruñe y camina hacia el joven, y, a diferencia de lo que pensé que haría, la rubia abre la mochila de Tim y retira el aceite para fogatas. Luego, con dificultad, rompe un pedazo de su camiseta y rodea la tela en una extensa rama de árbol.

Frunzo el ceño y al siguiente segundo, la enciende con un encededor. Las llamas iluminan nuestro entorno de una forma espectacular, y es extraño, porque pensé que habíamos corrido un par de kilómetros, pero en realidad, estamos a unos trescientos metros del lago.

Mi amiga se acerca con la antorcha improvisada y completamente seria, abre la boca:

—Salgamos de aquí...

Narra Max:

—Esto no tiene sentido... —Escucho a Em hablar detrás de mí.

Quito la rama de árbol que se interpone en el sendero y giro la cabeza.

—¿A qué te refieres? —Pregunto en voz baja.

—Todo esto, no hicimos nada para merecerlo.

—Bueno... —Trago saliva. —Tampoco merecíamos lo que Martín, Wendy y Francisco nos hicieron.

—No hablo de eso zoquete, según la leyenda que Tim nos contó, esas cosas, persiguen a los infieles.

—Un momento, ¿Me perdí de algo? —Jasper se detiene, hacemos lo mismo, solo para ver su expresión confusa.

—Hay una vieja leyenda sobre este lugar que dice que esas bestias atacan a los infieles, pero...

—No tiene sentido —Completo la frase de mi amiga.

—¿Tu...?

—¿Estás bromeando, cierto? —Abro mis ojos, no puedo creer que ella siquiera piense en que puedo hacerle algo como eso a Megan. Pero no responde, solo se me queda viendo. —No, no lo hice.

—¿Entonces por qué nos están persiguiendo?

Jasper tose de forma extraña, su rostro está completamente rojo y no para de sudar, mierda, supongo que correr tanto con esta humedad no lo está ayudando.

—Hey amigo, ¿Estás bien? —Le pregunto al acercarme.

Él asiente nervioso y dice que sigamos caminando, Em y yo intercambiamos miradas y vamos detrás suya. No para de temblar, acaricia sus brazos con impaciencia, pellizcando aveces su piel sin ninguna razón, mierda, había olvidado que una de sus amigas acaba de morir.

Sé que es díficil de creer, pero con todo la adrenalina, olvidé por completo a Mariana, al instante la imagen de su rostro ensangrentado se reproduce en mi cabeza, por Dios, conozco el dolor de perder a alguien que quieres, y es algo que en verdad me gustaría que nadie experimentara.

Lo llamo, pronuncia su nombre en voz baja, no es el momento, no con esas cosas a nuestro alrededor, pero siento que debo decir algo.

Jasper se da vuelta, su rostro está empapado en lágrimas, no digo nada, solo doy un paso hacia él y lo abrazo con fuerza. Corresponde a mi abrazo y me presiona un poco contra su pecho, nada sale de mi boca, no puedo formular ninguna palabra.

—Sabes lo que se siente... —Pronuncia Em detrás mío. —Es horrible sentirse así, pero ahora tienes que ser fuerte, ella querría que salgas de aquí con vida.

El chico se separa de mí y le asiente a Emily, limpia las lágrimas con la parte baja de su camiseta y da la vuelta, escucho que dice algo, pero no logro comprender qué es. Tomo la mano de mi amiga por un instante, agradeciéndole por aquellas simples pero muy ciertas palabras, su sonrisa me hace olvidar durante un milisegundo lo que sucede, y para cuando reacciono, unos ojos amarillos aparecen entre los árboles frente a nosotros. 

 

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Sombras en la oscuridad © [1.5]Where stories live. Discover now