Capítulo 25: (¿Qué pensaste la primera vez que me viste?)

Start from the beginning
                                    

—Veo que te molesta ser muy reconocida —soltó con seguridad. Él también me había estado estudiando.

Lo miré efusivamente.

—Te sorprendería saber cuánto he cambiado —dejé mi celular a un lado y me recargué de la silla, entrelazando mis piernas.

Asintió lentamente.

Llevaba una chaqueta oscura, de esas que tanto me gustaba verle. Evité observarlo con detenimiento, ya que no quería enumerar las cosas sobre el y recordar.

—No soy se muchas palabras, pero espero que entiendas que enserio —paró un momento, como si le costara bastante soltar aquellas palabras —necesito terminar las cosas bien contigo.

Me reí un poco, intentando disimular lo estúpido que sonaba todo eso.

—Eso es imposible.

—Yo... —bufó, desesperado por encontrar como continuar. Definitivamente hablar con tanta sinceridad no era lo suyo —lamento de verdad cómo terminaron las cosas entre nosotros. Para empezar, sé que estuvo de lo peor, haber —tragó fuerte —pues... ya sabes, haber estado en esa indecisión.

—Me alegra que la eligieras a ella. Si tenías que pasartela pensando entre otra chica y yo, me hubiera sentido ofendida si me eligieras a mí.

Note cómo frunció el ceño.

—No soy una opción —solté con severidad.

—No, no lo eres —respondió en un tono más bajo.

—Si eso es todo —hice el intento de pararme, pero agarró mi mano tan solo notarlo.

—Solo dame cinco minutos más —se recompuso, intentando tomar el control.

—Tienes dos —sentí el silencio recaer en todo el lugar, pero lo ignoré. Me volví a sentar lentamente.

—Esto no es exactamente lo que tenía en mente, pero quiero hacerte una pregunta.

Entrecerré mis ojos con desconfianza.

—No estás en posición de...

—¿Eres feliz? —me interrumpió callandome por completo.

Mi mente quedó en blanco. No respondí, quedando perpleja. Me tomó desprevenida. Me removí en mi asiento, intentando recomponerme.

—¿A qué viene esto?

—Conmigo no ibas a ser feliz, y quiero pensar que de algo valió.

—¿Y de qué iba a valer? ¿Qué justificaba todo esto?

—Nada en la vida justifica lo que te he hecho, Eve, nada. Solo quiero saber si al dejarte ir, estás mejor.

Su mirada me atravesó hasta lo más profundo y fue imposible no recordarnos. Fue imposible no envolverme en todos esos momentos, en todas los problemas que atravesamos, y las promesas que cumplimos.

El pecho me dolió. Sentía que empezaba a asfixiarme.

—Solo quieres algo que alivie tu miseria. Estás buscando, aunque sea lo mínimo para pensar que no eres una mala persona —no podía controlarme en ese momento. ¿Que si era feliz? ¿Cómo se atrevía si acaso, pensar en buscar una justificación?

Abrió la boca con la necesidad de refutar, pero no se lo permití.

Intentaba reprimir las ganas de mandarlo todo a la mierda, pero era un esfuerzo mental que no tenía en esos momentos.

—Fueron años contigo, ¿Sabes que es eso? Años de pensar en que valías la pena. Pensé que éramos el dúo perfecto —negué como si me lo estuviera reprochando a mí misma —nunca te vi en verdad, ¿O sí? Una vez que me alejé de tí, pude notar muchas cosas, las cuales nunca me percaté. Creo que fue tiempo perdido, aunque al final puedo decir que llegaste a mi vida para enseñarme qué tipo de persona no debo ser.

El inesperado clichéWhere stories live. Discover now