- Gracias señor- y volví a mi asiento.

(...)

Cuando la campana del primer receso sonó, me dirigí rápidamente al comedor. Allí me encontré con Gwen y Mike. El pelirrojo parecía más calmado.

- ¿Qué quieren de comer?- nos preguntó Mike.

- Yo quiero pastel- respondí, él sólo frunció el seño.

- Andy, el doctor dijo que nada de azúcares. No hasta que estés fuera de peligro de desarrollar diabetes- rodé los ojos.

- Tráele cereales sin azúcar- dijo Gwen. Yo sólo hice un puchero.

-Está bien- y antes de irse besó a la rubia.

Sonreí. Amaba verlos juntos.

Todavía me acordaba el día en que Mike se le confesó. El pelirrojo no podía estar más nervioso. Me había llenado la cabeza con todas las posibilidades que se había imaginado. Con el "¿Y si dice que no?" O peor, "¿Y si dice que sí?". Y como olvidar cuando ella lo aceptó. Casi se desmaya.

Reí.

Habían sido las plenas vacaciones y yo ése día justo lo tenía libre. Uno cada dos semanas según los métodos de estudio de mi padre.

Luego de que Mike viniera y me diera mis "ricos" cereales, comimos entre risas.

Amaba venir al colegio por muy loco que pareciera. Con tal de no estar en mi casa estudiando bajo las estrictas normas, los gritos y los golpes de mi padre...

Bajé algo la vista.

Cuando las clases acabaron. Salí rápidamente del colegio y antes de ir a mi casa decidí pasar a comprar un libro de recetas "bajas en azúcar".

Al entrar en la tienda me dirigí hacia el sector de cocina. Tomé la revista que más llamó mi atención y cuando estaba dispuesto a ir a pagarla, sentí un fuerte mareo y caí al suelo. Tomé mi cabeza con ambas manos.

- ¿Estás bien muchacho?- me preguntó un extraño sujeto. Yo seguía en el suelo.

Cerré mis ojos.

Me tocó el hombro y una imagen de la pesadilla que venía atormentando mi mente desde hacía varios días se hizo presente en mi cabeza.

Mi corazón se paralizó.

Algo nervioso me levanté y saqué la mano del tipo. Luego tomé la revista y la pagué saliendo rápidamente de allí. Llegué a mi casa algo pálido. Mi madre al verme se preocupó. Mi padre en cambio me dijo que "El teatro no iba a servirme para salvarme de mis estudios".

Algo molesto subí a mi cuarto.

(...)

A las 9 PM se cortaron mis estudios para poder cenar e irme a acostar.

Me desperté sudando otra vez. Volví a levantarme haciendo caso omiso al helado suelo. Entré al baño y repitiendo lo de la noche anterior, mojé mi cara varias veces. Volví a verme al espejo.

Mi cabello color castaño claro con algunos mechones rubios se encontraba mojado y pegado a mi frente. Mis ojos color miel estaban asustados y mi mandíbula se encontraba totalmente tensa.

Fruncí el seño.

- Otra vez ésa maldita pesadilla- un ruido hizo que mi corazón se paralizara.

Salí rápidamente del baño y valientemente fui hasta mi cama y me tapé con todas las colchas hasta la cabeza. Esperé un rato. No pasó nada. Decidí salir lentamente. Miré para todos lado. Más no pasaba nada. Observé el suelo. Bajé lentamente mi pie hasta llegar a éste. Decidí ir hasta la ventana pero luego a mitad de camino me detuve y volteé velozmente para tomar uno de los cubiertos que había quedado en mi mesita de luz. Casi no veo nada.

Steve, el demonio del que me enamoréWhere stories live. Discover now