Parte 2

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-No lo puedo creer -habló Polnareff después de tan doloroso silencio- ¿No se supone que Nochebuena es para unir a la familia? Hasta trajimos comida de Tonio y todo.

-¿Tu crees que fui muy duro con mis muchachos? -preguntó el señor Joseph, dando la espalda al resto, sin delatar lo que pasaba por su cabeza en esos momentos.

-Nos conocemos hace tiempo, señor Joseph. Usted es mas que mi jefe, es como un padre para mí. Pero Jotaro y Kakyoin son como mis hermanos, hacerles esto es... -el albino tensó la mandíbula- No estoy de acuerdo, lo siento.

-Ya veo.

La tensión e incomodidad del ambiente que se cernía en los adultos y el solitario adolescente en aquel salón se volvía insoportable.

-Sé que no me corresponde, ¿pero cómo puede el abandono ser lo mejor para un hijo, o un nieto, o lo que sea?

-Ya se ha hablado del asunto, es inútil decir las cosas dos veces si aún no lo entiendes -bufó Dio.

-Sí, la verdad no puedo entender su perspectiva pero señor Dio, usted ama mucho a Giorno, ¿verdad? Qué tal si quisiera cambiar algo en su hijo, pero éste no puede pues sabe que será imposible porque él es como es. ¿Le diría que se vaya y sólo vuelva si logra cambiar, aún sabiendo que él no puede hacer nada al respecto?

-¿Qué quieres decir? Mi Giorno no tiene nada que yo cambiaría, lo conozco muy bien. Confío en que nunca tendría que pedirle algo así porque es el hombre que le enseñé a ser.

El adolescente solo bajó la mirada jugando con los broches de su ropa.

-Pero hay cosas que las personas no aprenden a ser, sólo... lo son -se rascó la nuca pensando palabras para expresarse- Los 3 hemos viajado mucho por trabajo, hemos visto y conocido todo tipo de personas. No creo que sea culpa de los padres que algunas personas se enamoren de su mismo sexo. Tal vez solo ocurre porque es lo que está en su corazón.

Las dos madres que se encontraban levantando los cubiertos y copas distraídamente, se miraron una a la otra, como reflexionando sobre todo lo que había dicho el joven. Joseph miraba por una de las grandes ventanas del salón con la mirada perdida. Dio miró al universitario inclinando la cabeza y luego aplaudió con elegancia, curvando los labios en una sonrisa que nadie supo descifrar.

Bellísimo, Polnareff! Me pregunto cuánto te tomó formular todo eso -detuvo sus aplausos y se enderezó en la silla- Así que, según dices deberíamos dejar que Jotaro haga lo que quiera con los hombres que quiera si eso lo hace feliz, ¡qué adopte niños si su corazón se lo pide! ¡Dios sabe qué sería de ellos en manos de un degenerado!

- Un homosexual no es lo mismo que un pedófilo -corrigió Giorno, levantando la vista.

-¡Es lo mismo, son todos perversos pecadores! ¿No ves que tu suposición es ridícula? -Dio se dio toquecitos en la sien, alegando que algo no funcionaba bien en Polnareff- ¿A caso no estás de acuerdo? -se dirigió luego a su hijo, quien movió los labios pero de ellos no salió ningún sonido- ¿Giorno?

-...Creo que el señor Polnareff tiene una opinión valida, y no es menos que la tuya o la del señor Joseph.

-Entonces estás de acuerdo con él -afirmó, más que preguntar.

-No dije eso.

-Giorno acaso es- -se detuvo al oír la vibración del celular de su hijo. El joven miró el remitente y desbloqueo para darse una vista rápida del mensaje- Te estoy hablando, ¿no te dije que dejaras eso, niño?

-Lo siento, les dije hace un rato que estaba ocupado, así que pensé que sería importante -rápidamente puso su teléfono boca abajo, volviendo a ver a su padre- De verdad lo siento, contestaré luego. ¿Qué decías?

Jojo's Bizarre Christmas [JotaKak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora