Parte 1

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Navidad era de esas fechas sumamente especiales del año donde la familia Joestar revivía sus costumbres y reunía a todos los miembros de la familia en una cena digna de Nochebuena. A Jotaro lo ponía de mal humor saber que se reuniría con todos los viejos fastidiosos a escuchar sobre las tradiciones Joestar y el valor del apellido que los unía. Además, desde que se unió Dio Brando al circulo familiar por cuestiones legales de negocios y respeto a su ancestro Jonathan, las reuniones eran simplemente insoportables. Jotaro generalmente se pasaba las fiestas fumando con su bisabuela Lisa Lisa apartado del bullicio de su familia. A veces le robaba cigarros, otras ella se los compartía, otras competían a ver quien se fumaba más a la vez. Todo eso dependiendo de qué tan terrible vaya la reunión.

Jotaro esperaba de verdad que ese año no fuera tan nefasto, porque aquella Navidad sería diferente. Sería la primera verdaderamente significativa para él, desde que su abuelo le regaló un delfín de peluche tamaño real a los 5 años.

Esa noche, Jotaro se encontraba en sus plenos 20 y tomando una gran decisión que marcaría su vida y probablemente a su linaje.

Bajó del taxi encontrándose de pie frente a la mansión perteneciente a una de las familias más importantes de Inglaterra, con Kakyoin colgado de su brazo y acariciándolo para calmar sus nervios.

-Estoy muy ansioso -repitió el pelirrojo por enésima vez desde que se subieron al avión en Japón- ¿Estás seguro de que no debí haberme puesto algo más formal?

-No, así te ves bien.

-De acuerdo -pasó sus manos quitando polvo de su impecable saco verde esmeralda, y estiro arrugas inexistentes de su camisa con estampados de cereza- Tal vez debí haber traído un regalo para la señora Kujo, ella siempre es tan amable y atenta cuando hablamos por teléfono...

-Ya es tarde para pensar en eso, ¿estás listo? -preguntó cuánto más se acercaban al umbral de la entrada, cruzando el bello jardín. El pelirrojo asintió determinado y Jotaro golpeó la puerta.

-¡Oh, ya están aquí! -se oyó anunciar a la madre del pelinegro, quien abrió la puerta entusiasmada- ¡Mi Jotaro! -se lanzó a abrazarlo apenas abrió la puerta.

-¡Quítate, perra! -se la quitó se encima de un empujón.

-¡Ah, y debes ser Kakyoin-kun! Es tan lindo verte en persona -lo abrazó también, brevemente.

-Soy Noriaki Kakyoin, un gusto en conocerla señora Kujo -se presentó con una reverencia- Quién diría que la madre de Jojo es una mujer tan joven y hermosa, si no supiera hubiera pensado que tenía una hermana.

-Oh, no -la rubia rió avergonzada por los halagos, llevándose una mano a la cara- Vaya amigo tan dulce que te guardabas, cielo. Pasa, Kakyoin-kun, siéntete como en casa. Vayan y tomen asiento que los demás están esperándolos.

-¡Hola sobrino! -el tío Josuke apareció arreglando su pelo con una sonrisa cuadrada, haciendo ademán de recibir con un abrazo a su pariente- ¿Qué hay, hombre?

-¡Josuke, qué bueno que estás aquí! Ve y sube las maletas de los chicos -le ordenó la rubia antes de que pudiera acercarse más a su hijo, tirándole las cosas a los brazos.

-Um, de acuerdo... -el menor se sorprendió por la repentina tarea pero tomó las cosas y se marchó sin rechistar. Jotaro miró de mala manera a su madre.

-Vieja, ¿qué mierda fue eso?

La rubia se mordió los labios, casi perdiendo por un segundo la sonrisa que siempre portaba en su rosto.

-No me mires así, no olvidé lo que acordamos -respondió despreocupadamente antes de marcharse a la cocina. El pelirrojo miró interrogante a su compañero, pues era inusual ver a un hijo reprender a su madre.

Jojo's Bizarre Christmas [JotaKak]Where stories live. Discover now