Ausencia

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No sabía como ni porqué esa llave había llegado a mi. Tenia ansia por saber que escondía ese enigma de tres lados, tres vértices, tres ángulos... Ya empiezo a hablar cómo la profesora de matemáticas.

Para no perderla con una cadena me la até al cuello.

-¡Miles el desayuno!- exclamó mi madre. Creo que las madres tienen esa inercia para chillar las cosas aunque te encuentres a menos de dos metros. Tostadas, zumo y a clase que ya es tarde.

Su mirada y las últimas palabras que me dijo, fueron razón de más para que se me cayeran los libros al suelo. Lastima que esto no es como en la películas americanas, que se te caen los libros y miles de Adonis van a ayudarte para que te quedes atontada mientras te preguntan si estas bien. Esto, desgraciadamente, es la vida real.

Solo quería volver a ese fin de semana, ese día con Brian, ese instante perfecto en el que casi surge aquel beso tan esperado.

Aquel instante de...Miles para, cálmate.

Estoy mareada, muy mareada, ¿que me pasa? Y justo antes de poder avisar a la profesora, caí al suelo.

StrangersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora