Sorpresa

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Las cuatro de la tarde, viernes. Me dirigía hacia la cafetería para la sorpresa. El corazón me iba a mil millones por hora.

Le ví de lejos, cazadora negra y con un cigarro en la mano. Mis deseos de moderme el labio inferior aumentaban por momentos. Al acercarme a él me miró fijamente, me abrazó fuertemente, me dió un beso en el cuello y me susurró "te echaba de menos". Me tapó los ojos, no veía nada. No sabía hacia donde me estaba dirigiendo, iba con un poco de miedo al andar. De repente me coge por detrás de la cintura, me vuelve a besar el cuello y me dice "confía en mi".

Me quitó la venda de los ojos y al fin podía ver. Estábamos en su casa, no había nadie, solo un ligero olor a chocolate, velas y dos extraños perdidamente locos.

Me invitó a beber varias copas, hasta que, empezamos a desfasar. Él empezo a jugar con el chocolate, empezó a mancharme la cara.

Me acarició los labios ligeramente y con delicadeza, me besó una vez. Nos besábamos, cada vez más intensamente. Me acorraló contra la pared y, con pasión, me iba besando y desnudando. Era como un sueño que no quería acabar, estábamos excitados, yo era la cerilla y él la llama que me consumía rápidamente.

-¿Estás segura?- me dijo. Asentí con la cabeza. Empezó a tocarme, a morderme, a excitarme tanto, que nadie nunca lo había hecho de tal manera que me pusiera así.

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