Ocho.

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Mientras estábamos allí, junto a la puerta trasera del coche, le conté a mi mamá lo de Temo, que le habían robado los zapatos y los habían colgado frente a la escuela. Le dije que le había llevado a casa y que había sido un poquito grosero con él cuando lo deje allí. También le expliqué lo que quería hacer. Al principio no accedió pero insistí que era lo único que podía funcionar para reconciliarme con Temo.

Me dio algo de dinero y esperó en el coche con Arqui mientras yo corría a la ferretería de a lado. Diez minutos más tarde, nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela con dos piezas de tres metros de tubería de plástico atadas al techo de la camioneta. Ella saltó el bordillo de la acera y condujo el coche directamente bajo el cementerio de zapatos.

Mamá era la mejor.

Me puse a trabajar rápidamente; usé cinta adhesiva para unir las dos piezas de tubería y después subí al techo del coche.

— Oh, Dios mío. Ten cuidado, baboso — dijo mi madre colocándose cerca con los brazos extendidos, como si estuviera preparada para amortiguar mi inminente caída.

— Lo tengo, mamá. Está bien.

El techo del coche era bastante estable, pero estaba oscuro. No podía decir qué zapatos eran los de Temo.

— ¡Aristóteles esto es una locura! ¡Te vas a caer! — exclamó mi madre.

— ¡Un momento!

Me llevó un rato pero el séptimo par que bajé eran los suyos. Los reconocí tan pronto como estuvieron en mis manos. Brillantes agujetas rosadas sobre unos converse blancos y negros.  Los había visto patear la parte inferior del casillero de Temo suficientes veces para saber que le pertenecían.

Mi madre y yo pusimos los demás zapatos rescatados en la base del poste de luz y después le di un abrazo.

— Gracias, mami.

— Tu padre estaría orgulloso de ti, cariño — dijo.

Le di instrucciones para llegar a la casa de Temo, mientras yo permanecía sentado con sus zapatos en mi regazo. Una parte de mi no quería devolvérselos.

Arqui hizo un montón de preguntas por el camino.

— ¿Por qué robaron los zapatos de Temo?

— Porque son idiotas. — dije.

— Espero que nadie robe mis zapatos ¿Recuperarás mis zapatos si alguien me los roba?

— Nadie va a robar tus zapatos.

— ¿Por qué?

— Porque eres un bebé lindo — le dije.

— ¿Temo es lindo?

— Temo es un chico.

— ¿Y? Yo también soooy. Hay un chico en mi clase y mi amiga Sara dice que es lindo. Pero no le digas, es un secreto.

— Está bien, no se lo diré — prometí, riendo.

— Yo tampoco voy a decirle a Temo si piensas que es lindo. Soy bueno para guardar secretos.

— Obviamente.

Estaba tan ansioso por escapar del interrogatorio de mi hermano que cuando llegamos a la casa de Temo, me bajé del coche con rapidez y me dirigí a la puerta. Una vez que estuve allí, me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que le iba a decir. Pero mi madre estaba en el coche, esperando. Así que tenía que hacerlo rápido. Toqué el timbre y contuve la respiración mientras esperaba que alguien contestara.

— ¡Cuauhtémoc! — oí una voz profunda gritar  — Ve a ver quién está en la puerta.

Sus ojos se iluminaron cuando me vio y sonrió, pero rápidamente se contuvo, mordisqueando su labio inferior.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

Escondí los zapatos en mi espalda mientras él abría la puerta. Fue un movimiento estúpido. Ahora tendría que entregárselos formalmente.

— Oh. Bueno, yo...yo quería decirte que lamento lo de ayer.

— No tenías que venir hasta aquí solo para decirme eso.

— Lo sé. Pero... bueno...toma. — Le di los zapatos y observé su rostro sorprendido.

— ¡Mis zapatos! ¿Cómo has...? — Me miró, sus ojos buscando algo.

Me sentí como si estuviera bajo un hechizo. No podía hablar, no podía moverme. Todo lo que podía haber era mirar su sonrisa y sus ojos sorprendidos.

— ¿Quieres pasar? — me preguntó en voz baja. Esta vez su voz se volvió temerosa. Tal vez por los recuerdos del día anterior, cuando le dije que no quería entrar.

— No. No puedo.

Bajó la mirada

— Oh.

No no no, sus ojitos se pusieron tristes. Haz algo Aristocles.

— N... No es que no quiera — le dije rápidamente. Me volví e hice un gesto hacia la camioneta — Mi madre está esperando en el coche.

— Oh — entonces levantó la mirada.

Mi madre y mi hermano nos saludaron, la luz  interior del coche iluminandolas en la oscuridad.

Temo río y les devolvió el saludo.

— Eso fue algo inoportuno.

— Sí — me reí un poco balanceandome algo nervioso — lo sé. Bueno, me tengo que ir. Supongo que nos veremos.

— E... Está bien — parecía que se iba a acercar a mi pero al final se arrepintió y se quedó en su lugar.

Yo, levanté la mano para decirle adiós a Temo con un gesto, y él vio la diamantina en mis dedos. Rápidamente retiré la mano y corrí hacia el coche.

(...)

No vi a Temo hasta el almuerzo del día siguiente. Cualquier tristeza que hubiera sentido el día anterior. Parecía habersele esfumado ya.

— ¿De qué tanto te ríes? — preguntó Mario mientras me clavaba el codo en el costado.

— ¿Eh? Nada. — Por supuesto que no me reía del cinturón de cuadros rosas y morados de Temo.

— Tienes mirada de cachorro enfermo de amor pegada en tu jeta.

Metí una rebanada de pizza de pepperoni en mi boca para ocultar mi expresión de pánico ¿Enfermo de amor? ¡No estaba enfermo de amor! Mi interés por Temo era puramente...bueno, no sabía lo que era.

No mames ¿Me gusta Temo?

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Hola gente. Se que fue un capitulo corto.
Perdón si les rompí las ilusiones por las teorías que tenían el capítulo pasado. Pero quién sabe. Todo puede pasar.
Nos leemos pronto.

Pd. Sí, ya se que tengo muchos errores de dedo pero prometo algún día corregirlos.

🎄

FixingReality

Bastones de caramelo (Aristemo) TERMINADAWhere stories live. Discover now