Cuatro.

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Me sentía mejor cuando entré en la clase de asesoría esa mañana. Me había convencido de que mi regalo realmente no importaba. Cuauhtémoc López no era nada para mí, y yo no era nada para él. Si le gustaba, genial. Y si no.... ¿Pues a mi qué mas me daba?

Ben entró y se sentó a mi lado, como siempre.

- ¿Viste lo que la pendeja de Ana puso en Instagram anoche? - me dijo casi gritando.

- No.

- La estúpida me llamó misógino y dijo que debería tratar de ligar con weyes en vez de chicas.

Intenté decirle que se callara, pero al mismo tiempo no pude reprimir una sonrisa y pensar que hubiera chocado palmas con Ana y la habría felicitado, aunque qué culpa tenían los chicos, nado wuisoera que Ben se los ligue.

- No es gracioso wey.

- Si tú lo dices.

- Da igual. ¿Entonces? ¿Me conseguiste el iphone?

La ligera sonrisa que se había dibujado en mi rostro, desapareció con sus palabras.

La profesora Castañeda sacó todos los regalos de intercambio de las bolsas de la compra y los apiló en su escritorio. Le dio gran importancia a aquel acto, tomando cada uno entre sus manos como si lo estuviera admirando antes de gritar el nombre del destinatario.

Cuando Ben recibió su regalo, desgarró el papel inmediatamente, lo hizo bola y lo tiró al suelo, sin siquiera hacer el intento de tirar su basura.

- Bueno wey, ahora se que no te toqué yo - dijo mirando la lata llena de galletas de chocolate - a menos que hayas conseguido que tu mamá las hiciera.

Cuando Yolo abrió su regalo, dejó escapar un fuerte grito que sonó más como un chillido.

- ¡Me encanta! ¡Por Dios!

Todos los ojos se volvieron hacia ella para ver por qué estaba tan feliz. Alguien le había hecho una bufanda de color azul e hilo de plata. Se parecía mucho a la que estaba usando Temo.

Ella corrió hacia Temo y lo abrazó fuertemente.

- Gracias.

Él se la quitó de encima y dijo:

- Pensé que iría bien con tus ojos.

No podía explicar por qué chingados sentía una punzada disparandose por mi pecho al verlos abrazados.

Ben debió notar mi molestia.

- Uy wey, lo siento. Es imposible que puedas competir con eso. Aunque él sea marica. Deberías haber intentado ligar con ella antes.

Ah, es verdad, que él pensaba que me gustaba ella.

- ¿Cómo hizo esa bufanda tan rápido? - dije simplemente.

- Tiene dedos de hada.

Puse los ojos en blanco mientras observaba a Yolo envolver la bufanda alrededor de su cuello y se fue dando brinquitos de vuelta a su asiento. Es verdad, le quedaba perfecta.

Cuando la profesora Castañeda gritó el nombre de Temo, mi corazón empezó a acelerarse. Me recordé que nadie sabía que me había tocado Temo así que debía estar tranquilo.

Temo cogió el regalo entre sus manos, lo agitó y volvió a su asiento.

- ¿De quién crees que es? - preguntó una de las chicas sentada a su lado.

Tuve que esforzarme para oír su respuesta. Realmente hablaba muy bajito. Voz suave, recordé y casi me reí al recordar las bromas de mi madre.

- Mmmm no lo sé. Parece ser de un chico, un chico paki. Por la forma en que está envuelto - dijo. Echó una mirada rápida alrededor de la habitación y yo inmediatamente rompí el contacto visual en cuanto nuestro ojos se encontraron.

Bastones de caramelo (Aristemo) TERMINADAWhere stories live. Discover now