Capítulo 7

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[Narra Baby]


En una hora era el partido. Este era decisivo. Teníamos que ganarlo sí o sí y los del equipo se notaban nerviosos. Tuve que suspender un juicio para poder acudir, soy un hombre ocupado. Empecé a hacer la mochila y me dispuse a no hacer nada hasta que llegara la hora, lo de siempre. 

Bajé solo hasta el pabellón, como habitualmente solía hacer. Allí ya estaban todos cambiándose. 

-Hoy vienen ellas.- Me dijo Manuel, y acto seguido me gritó.- CALVOOOO.

-¿Quiénes son ellas?- Pregunté confuso.

-Nuestras chicas.- Me guiñó un ojo.

Zoe me había dicho que iba a venir. Estuvimos hablando el otro día hasta la madrugada y se veía emocionada por venir a vernos jugar. No sabía que el resto también venía. Que agobio la gente.

Me dirigí al vestuario a cambiarme con los colegas. Nada más entrar vi el panorama de Enrique haciéndole un Naruto a Manuel. Que puto pringado no tenía calzoncillos y Enrique notó su ano. Me puse la equipación (las Gucci con un short de Nike, buzo y cadena, estoy que backeo) y me fui a calentar.

Miré hacia arriba. Estaban entrando las niñas. Vi como Zoe me sonreía, aunque tampoco estaba muy seguro de si era a mí. Le devolví el gesto. Me giré y vi a los chavales mirándome y sonriendo, que pesados.

El partido empezaba. Yo estaba en el banquillo como siempre con Enrique, mazo aburridos hablando de la vida. Enrique se puso a gritar y a quejarse de la entrenadora, uf que mal le cae. Yo escuchaba pero no me apetecía hablar, es muy pesado. Hicieron un cambio y llegó Manuel y se puso a insultar también con Enrique, que heteros son (Manuel lo intenta aparentar, pero es más maricona la tía...) El partido iba bastante igualado, algo aburrido en el primer cuarto. En el segundo, el equipo contrario se puso algo agresivo, el Ames, un equipo bastante malo de Santiago en el que estaba un amigo de Zoe, Mario. A Manuel no le caía nada bien, decía que era un gilipollas, pero a mí me parecía majo.

Tras el descanso en el tercer cuarto volvimos a estar bastante igualados. Yo salí una vez pero durante solamente 2 minutos. Luego volví al banquillo. Íbamos bastante igualados y nuestro equipo iba jugando bastante bien hasta que Mario empujó a Manuel. Este cayó y al levantarse empujó a Mario. Comenzaron a gritarse y a empujarse. Se odiaban y la disputa casi termina con hostias. Menos mal que Enrique sujetó a Manuel y un tío random a Mario. Los dos terminaron expulsados y se fueron fuera a seguir la pelea.

Quedaban ya muy pocos minutos y el partido volvía a estar bastante relajado pero todo cambió en el último minuto. Estábamos 67-69, perdiendo. Necesitábamos meter como fuera para poder ganar, no podíamos permitirnos perder y menos con tan poca diferencia de puntuación. En el segundo 30 cambiaron a Raúl por mí. Yo ya estaba cansado y no sabía que hacer. Vi como Enrique le pasaba el balón a Manuvazcas y acto seguido me giré para mirar el marcador. Dieciséis segundos quedaban. Dieciséis segundos decisivos que iban a cambiarlo todo Dieciséis segundos que teníamos que conseguir que lo cambiaran todo.

Miré hacia las gradas y allí la vi. Zoe se estaba levantando al mismo tiempo que me decía:

-BABYYYYYYY.

-Right now I can hardly breathe.

-Oh, you can do it just now that I believe.

-And that's all I really need.

-Then come on.

-Make me strong, it's time to turn it up, game on!

Solo estábamos escuchándonos nosotros, en nuestra mente. Ella y yo, los mejores.

Eché a correr. Enrique tenía el balón, fui cerca de donde él estaba. Miré el marcador, ocho segundos. Era ahora o nunca. Le grité:

-Enrique, pásamelo ya.

Él dudó, pero me pasó el balón. Tiré. Era ahora o nunca. Tenía que entrar sí o sí.

Todo ocurrió a cámara lenta. El balón chocó con el aro, pero terminó entrando. No me lo creí, fue un triple. Acabábamos de ganar el partido.

Noté como todos mis compañeros me abrazaban. Miré a las gradas, estaba agotado, pero allí la vi. Zoe estaba de pie aplaudiendo, muy sonriente, y yo me reí. Todos bajaron a abrazarnos. La gente estaba gritando y aplaudiendo. Estaba siendo uno de los mejores momentos de mi vida. 

Entre todos, me agarraron y me levantaron en el aire. Jamás lo olvidaré. Acabábamos de ganar gracias a mí. Pero no hubiera sido posible sin ella.

Después de ducharnos salimos fuera del pabellón. Vino corriendo a saludarme y la abracé. No se debió de esperar esa reacción, pues cuando nos separamos estaba bastante pálida y se notaba sorprendida.

-Gran partido. Enhorabuena chicos.- Nos dijo y saludó a todos.

No le podía decir que había encestado gracias a ella, al menos no por ahora. 

Es curioso, pero Zoe se había convertido en muy poco tiempo en alguien muy importante para mí, y se que ella no era consciente de ello, pero solo quería conocerla más, y ojalá que ella me dejase.




El AbogadoWhere stories live. Discover now