Capítulo 14.

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Está semana estaba aprueba, era mi momento de demostrar que soy un buen padre. Amy había viajado a Nueva York, a resolver unos temas legales respeto a un nuevo caso que llevaba, lo único que no me gustaba de su repentino viaje es ese compañero suyo que iría con ella, ya que ambos están asignados en el mismo caso.

Por primera vez sentía celos pero de los malos de esos que me dan ganas de romper todo en especial la cara de ángel de ese cretino que llama compañero de trabajo, por primera vez sabía cómo era sentir esa desagradable sensación que tenían mis primos por sus esposas, nada bueno salía de mí en ese estado.

Debía resolver bien mis sentimientos hacia ella porque me parece que no solo era ganas de follar había algo más en el fondo del cual no entendía.

- Papi - la voz de mi hijo me saca de mis pensamientos.

- ¿Qué sucede campeón? - pregunto centrando mi atención en él.

- ¿Puedo tenel un hemanito? - dice de una forma tierna.

- Ya hablamos de eso hijo, por ahora no será posible. Con tu madre estamos enfocados en tí en nuestro trabajo, no hay espacio para otro niño - contesto suspirando.

- ¿Puedo vivil contigo? - consulta al mirarme.

- Me encantaría eso Matheo pero que pasaría con tu mamá - comento observando su rostro.

- Tamben puede vivil aquí - declara con una gran sonrisa.

- No creo que a tu mamá le guste eso - afirmo porque estoy seguro que lo último que quiere Amy es vivir conmigo.

- Me gusta aquí - afirma suspirando.

- Escúchame una cosa hijo, está es tu casa puedes venir cuando quieras solo me llamas y yo iré por tí pero la casa donde vives con tu madre también es tuya - le recuerdo tratando que comprenda.

- ¿Teno dos casas? - inquiere con su ceño fruncido.

- Sí, está y la otra - respondo.

- ¡Solo quiero una! - exclama al cruzarse de brazos.

- ¿Qué hablamos de esa actitud? - digo con mi ceño fruncido.

Mi hijo me saca la lengua claramente molesto y decide seguir con su desayuno sin cruzar ninguna palabra conmigo, es bastante capricho para la edad que tiene y eso no me gusta para nada.

Ignorando su comportamiento decido releer algunos legajos que tenía mientras de reojo observo como Matheo lentamente termina con su desayuno, todavía nos faltaba varios minutos para salir de casa, hoy no tenía clases lo que no quedaba otra que llevarlo conmigo al trabajo, no se que será de eso pero espero que salga bien.

- Papá - dice al limpiar su boca. - ¿Puedo poneme lo te me legaló la abuela? - pregunta juntando sus manitos.

Sonrío. - Vamos que te ayudaré a ponerte eso - digo sin poder borrar mi gran sonrisa.

Mi mamá como toda gran diseñadora no puedo quedarse tranquila hasta que le confecciono un traje como los que uso normalmente para que se lo ponga y ambos quedemos más parecidos de lo que ya somos.

No es que porque sea su padre pero mi hijo es el más hermoso y será un gran galán dentro de un par de años, me hará sentir muy orgulloso de él.

- ¿Qué dices, papi? - inquiere al mirarse al espejo.

Con esa mini versión de traje quedaba toda una ternura.

- Todo un galán - afirmo orgulloso.

Nunca pensé que la paternidad me sentaría tan bien y vaya que a pesar que me da trabajo, lo disfruto mucho aprendiendo día a día a su lado.

Alguien tiene que ceder (11° SAI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora