ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ꜱᴜʟᴛᴀɴᴀᴛᴏ © || ꜱᴀꜰɪʏᴇ

IV

Al día siguiente de los acontecimientos con la veneciana esa, decidí ir a los aposentos de mi madre para comentarle la situación que se presentó. Se de sobra que eso provocará su ira, pero está en su derecho de saber lo que pasa en este palacio. Ella es quien dirigí todo por aquí.

—Diganle a la Valide Sultan que deseo verla —le dije a las muchachas que custodiaban la puerta—. Es urgente.

Una de las chicas asintió y entró; no tardo tanto para que ella saliera y me diera respuesta positiva.

Entré a los aposentos y la vi a ella: su cabello negro recogido en un delicado chongo, una enorme corona de diamantes adornaba su cabeza y su bella sonrisa iluminaba su rostro. Para mí siempre será la mujer perfecta.

—Amada madre —dije en voz alta mientras hacía reverencia—. Cada día estás más bella.

—Gracias hija mía, tu también estás más hermosa —dijo mi madre, Valide Mahidevran Sultan—. Me han dicho que tienes algo urgente que decirme, ¿qué pasó?

—Es Nurbanu Hatun, nos ha insultado de una manera espantosa: ha osado llamarnos gentuza.

—Esa mujer jamás aprenderá —expresó mi madre—, pero tranquila, hoy estallara en furia.

—¿Qué quieres decir? —pregunté.

—El Şehzade Murad envío una concubina a tu hermano Selim; su nombre es Selimiye —respondió.

Abrí mis ojos con sorpresa, algo así jamás ha pasado. Pero después sonreí con complicidad, sería el final de Nurbanu y sino, al menos sabrá que no será la única.

—Me parece perfecto madre —dije mientras bebía un poco de sharbat—, Nurbanu debe aprender a que no será la única.