Capitulo 42

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La semana siguiente resultó ser la más larga de la vida de Ruggero. Se la pasó centrado en el trabajo alargando las horas que pasaba en la oficina porque su casa le resultaba insoportablemente vacía. Aunque Karol apenas había pasado unos días en ella, había dejado huella en todas sus habitaciones.

Hizo que la señora Plumb recogiese el resto de sus pertenencias y que Randall se las llevara a su casa. No quedó ni rastro de ella en la casa, pero su presencia continuaba. Por las noches se plantaba delante de la puerta de la habitación de invitados y se preguntaba hasta qué punto había contribuido a su marcha aquella noche en la que la devolvió a su cama.

Sonó el móvil. Era su hermana. No le apetecía hablar con ella, de modo que ignoro la llamada. Salió de la oficina y bajó al gimnasio del edifisio. A lo mejor corriendo conseguía quitarse a Karol de la cabeza.

Había leído su columna diario con la excusa de ver si había escrito el artículo sobre él, pero no lo había publicado. Era una buena escritora, algo que supo desde que se vieron por primera vez, y le sorprendió lo mucho que le hicieron reír sus artículos sobre distintas personalidades, en parte por su forma de colarse por las  rendijas de personas que él conocía bien, y por otra, por su aproximación irónica a los personajes.

Se cambió en el vestuario y entró en la sala. El teléfono le envió una alerta de Twitter. Su hermana había vuelto a mandarle un mensaje.

Pero no la llamó. No estaba preparado para hablar con Vale, ni con su madre tampoco. Había estado evitandolas a ambas porque no quería enfrentarse a sus preguntas sobre Karol y sabía que se las harían.

Puso su teléfono en modo avión, seleccionó su lista de favoritos, en la que figuraban un montón de temas de heavy metal de los ochenta y la puso en marcha.

Con el tema de AC/DC Back in black atronando los oídos, intentó encontrar el modo de distanciarse de sus sentimientos hacia Karol. Pero seguía viendo su rostro mientras corría, y cuánto más esforzaba, más lo veía. Esa sonrisa descarada y sexy del cuatro de julio. Su sensualidad aquella primera noche en su casa, con aquellos endemoniados vaqueros tan ajustado y la camiseta corta. Su expresión al revelarle el terrible secreto de su pasado. La vulnerabilidad que no le había ocultado, aunque no tenía porque compartirla con él.

Treinta minutos después aminoró la marcha para ir abandonando la carrera, sin haber conseguido quitarse a Karol de la cabeza. Se bajó de la cinta de correr, conecto de nuevo el teléfono y se encontró con que le habían dejado tres llamadas de Vale, que decidió seguir ignorando hasta que recibió un mensaje de texto: Estoy preocupada por ti. Llámame

No quería que se preocupara, así que se dicho y marcó su número.

-¡Ya era hora! -protestó su hermana-. ¿Se puede saber dónde te habías metido?

-Pues estaba trabajando, Vale.

-Mamá se ha venido de los Hamptons porque hace más de una semana que no consigue hablar contigo.

-No tiene por qué hacer eso. La llamaré ahora mismo.

-Ya es tarde. Vamos a por ti. ¿ué te pasa? No habías estado así...  no recuerdo cuándo fue la última vez que dejaste de hablarnos. Y no me digas que es por asuntos de trabajo, qué sé que ahora mismo no tienes nada gordo entre manos.

-¿Qué quieres decir con que venís a por mí?

-Que vamos a tu casa.

-Voy yo a verlas -contestó él. No tenía ninguna gana de ir a su casa, y tampoco de verlas allí-. Estoy de camino.

-Ruggero, ¿estás bien?

-Sí. Es que he tenido mucho lío, de verdad.

-Está bien. ¿Viene Karol contigo? A mí me cae bien, y mamá quiere conocerla.

Por supuesto que su madre quería conocerla. Gracias a Vale, debía de pensar que Karol y él eran pareja. Y gracias a su propia torpeza, ya no era cierto.

-No. Ya no salimos juntos.

-Oh... ¿y eso?

-Queria algo de mí que yo no podía darle -dijo tras una larga pausa.

-¿Y qué quería?

-Pues seguramente lo mismo que Palmer quiere de ti.

-¿Que nos país, Ruggero?¿Por qué no podemos enamorarnos?

-No lo  sé, Vale. Supongo que los dos tenemos miedo de las consecuencias

-Supongo que tienes razón. Ojalá no fuera así.

-Aun no es tarde para ti. Palmer no es como papá.

-Ya lo sé, pero aun así no termino de confiar en él. Me da miedo.

Ruggero sabía exactamente lo que sentía su hermana.

-Lo sé.

No quería pensar en lo diferente que era Karol, y los sentimientos que le inspiraba. Solo quería encontrar un lugar en el que adormecer sus emociones para poder encontrar el modo de seguir viviendo sin ella. El precio de tenerla en su vida era demasiado alto, y no estaba dispuesto a pagarlo.

 El precio de tenerla en su vida era demasiado alto, y no estaba dispuesto a pagarlo

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