Capitulo 40

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Karol llevaba cinco días evitándole. Al volver a casa después de la cena con Cam y Becca le dijo que había empezado con la regla y que quería irse a la cama sola. Al día siguiente, cuando se levantó, ya se había marchado.

Sabía que algo pasaba porque incluso rechazó la invitación para asistir a la fiesta de cumpleaños de su madre, cuando había dicho que quería observarle con su familia. De hecho, la había invitado aún sabiendo que quizás no debería hacerlo, sólo para que ella lo considerará como una ofrenda de paz. Pero aún así, declinó la invitación.

Aquella noche había enviado al Randall a recogerla al trabajo para que la llevara a casa directamente. Había tenido que cancelar todos sus planes, pero no le importó lo más mínimo. Estaba decidido a llegar al fondo de lo que estuviera ocurriendo. Si resultaba que quería dar marcha atrás... bueno, tendría que pensárselo.

Tenía información suficiente para preparar un artículo sobre su participación en Matchmakers Inc., y el programa de televisión. Pero ella siempre quería más, y aunque él había intentado dárselo, al final no sabía si alguna vez sería capaz de darle lo que quería de verdad.

Llegó a su casa alrededor de las siete y media y dejó las llaves en la consola de la entrada.

-¡No me lo puedo creer! Le has dicho a Randall que me raptaras si era necesario -le espeto con los brazos en jarras. Llevaba una falda ceñida y una blusa metida por dentro, con la melena recogida en una coleta alta y unas gafas de diseño en lo alto de la cabeza.

-Te pedí que cenaras conmigo hoy.

-Y yo te dije que no podía.

-Nuestro acuerdo incluía todas las noches. Y me has estado evitando. Tenemos que hablar, y dado que has hecho cuanto has podido para no estar conmigo, no me has dejado otra opción. Ven y siéntate. Te he servido una copa de vino.

Se acercó a él con este andar tan lento y felino tan característico de ella. Dios, cómo la deseaba. Las dos noches que había pasado en sus brazos no le habían bastado ni de lejos.

En parte sospechaba que ni un millón de noches Le bastarían, pero dado que no iba a tenerlas, tendría que conformarse con el tiempo que estuvieran juntos.

Karol se sentó en el borde del sofá y aceptó la copa de vino. Ruggero estaba nervioso, y eso le molestaba. De hecho, no había estado tan nervioso desde la primera vez en que entró a la junta de accionistas de Macafee Internacional para anunciarles que estaba listo para dirigir la compañía.

Tomó un trago de Whisky con soda que se había preparado y se sentó junto a ella en el sofá.

-¿Por que mi rehuyes? -le preguntó-. Creía que eras de la clase de personas que se enfrentan a los problemas, no de las que les dan la espalda.

Ella tomó un sorbo de vino y dejó la copa en la mesita.

-Normalmente soy de las personas que se enfrentan a las cosas, pero no sé cómo manejar esto. Tenemos un acuerdo. Esto no es una relación normal. Es lo que les dijiste a tus amigos en la cena de la otra noche.

Ruggero se pasó una mano por el pelo, algo que sabía que era una mala costumbre.

-No dije nada sobre nosotros que no fuera cierto.

-Lo sé. Supongo que había empezado a pensar que teníamos algo más.

-¿Algo más?

Karol tomó otro sorbo de vino.

-A pesar del acuerdo, estoy empezando a sentir algo por ti.

-Yo también.

Por fin ella sonrío.

-Esperaba que fuera así -dijo, quitándose las gafas de la cabeza para dejarlas en la mesa-. La verdad es que no sabía cómo enfrentarme a la situación. Nunca antes he trabajado tanto por una relación como por esta.

-Es halagador, y me gustaría que funcionase, pero no estoy seguro...

Se levantó y se acercó al ventanal desde el que se contemplaba una vista panorámica de la ciudad. Había algo de sí mismo que no había compartido nunca con nadie, y era que tenía miedo de parecerse a su padre en algo más que en los negocios. Bien podía ser él también de esa clase de hombres incapaces de querer a nadie.

-¿De que no estás seguro?

-No estoy seguro de tener algo más que ofrecerte, aparte de lo que ya tenemos.

-Yo tampoco lo sé. ¿Y si lo intentamos los dos juntos?

El ofrecimiento era tentador, pero sabía que sería mentir si dejaba que se involucrará aún más.

-Mira, castaña, me encantaría decir que sí y ser felices y comer perdices, como me preguntaste en Matchmakers, pero me temo que no soy de esa clase de hombres.

-Lo que pasa es que no te atreves a correr el riesgo. Yo también tengo miedo, pero sé que puedes amar.

-No me da miedo.

-Si. Lo que estás sintiendo es eso: miedo. Yo sé que puedes. Lo he visto con tu madre Y tu hermana.

-Te estás agarrando a un clavo Ardiendo -sentenció, cerrándose a ella en un lugar de permitirle entrar. No iba a concederle ese poder sobre el a nadie, y menos a ella-. No puedo. Me gustas, eres sexi y estoy a gusto contigo, pero eso es cuanto puedo ofrecer. No siento ese hondo lazo contigo que podría ser amor.

-No te creo.

-Pues te engañas. El amor es una emoción superficial tras la que se esconde la gente para justificar su pérdida de control. Y yo no soy una de esas personas.

 Y yo no soy una de esas personas

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