| x. Anteojos |

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office!au, drama | 828 | Luhan está perdiendo la vista; Sehun ya la ha perdido.



La luz de sus ojos se torna incapaz de ver más allá de lo infinito brillando en lo continuo de su vida. Se levanta como todos los días, desayuna y come lo de siempre: cereal y fruta. Pero aun así está insatisfecho, no puede ser llenado. No puede darle más vida como la que florece de sus deseos.

Llega al trabajo. Allí está él, como siempre, con el semblante más natural que conoce. El saludo es lo primero que hace, y la sonrisa es la que después ve, pero la primera que más anhela ver. Un año más fingiendo felicidad estando detrás del escritorio con papeles y plumas con tinta sin acabar. Son usadas una vez, y después las pierde sin quererlo, en realidad. Esas plumas nunca se acaban.

Acomoda sus anteojos que están a punto de caer y se encuentra con un rostro, uno que es el protagonista en cada sueño, desde la noche hasta el amanecer de un día nuevo.

—¿Está durmiéndose? —Le cuestionan sin dejar de mirarlo.

—No señor, solo arreglaba mis lentes —miente para poder defenderse de aquel cansancio vago, lleno de nada.

—Siga trabajando joven Luhan —El mencionado asiente con una risilla encantadoramente bobita.

Mira a través de esos cristales con aumento a más de dos grados. Ve un poco más borroso, la claridad poco a poco está abandonándolo.

Pasan dos horas para que salga a descansar. En la cafetería de su trabajo siempre está en soledad, siempre acompañado de un emparedado y jugo de fresas; que pronto lo abandonarán, al igual que los colores vivos que ya comienzan a aburrirse de sus hermosas pupilas, tan parecidas a una deliciosa avellana. Se quita los anteojos, se da cuenta de que necesita más aumento. Ya le es imposible identificar sin ellos.

Su descanso ha terminado; debe regresar. En su retorno tropieza con alguien.

—Tenga más cuidado, parece que su vista le falla cada vez más —suelta su jefe sin dejar de abrazarle por la cintura; Luhan es tan delgado, y a pesar de su extrema fragilidad, confirma en repetidas veces, con un tinte rosáceo en sus mejillas siempre pálidas—. Cuando pueda, por favor visite a un oftalmólogo.

—Lo haré señor —rectifica con sus delgados labios que su amor platónico nunca ha visto, ni verá. ¿Es que acaso Sehun es tan ciego que no puede notar sus fieles sentimientos desde siempre?

Soltándose del agarre de Sehun para levantar sus anteojos, espera esas típicas y escenas clichés de novelas románticas para que Sehun le ayude, para que muestre un poco de interés en él, pero no lo hace, su adorable jefe no lo ha ayudado, hoy, ni nunca.

"Están rotos".

Decide que al día siguiente no los usará en su trabajo. Lo que fue una mala elección, en todo el día le estuvieron ocasionando problemas, tropezándose a diestra y siniestra, tirando y regando cosas por doquiera que pasase. Solo fue un día... Pero mañana, después de visitar a su oftalmólogo, seguro que todo cambiará, podrá ver mejor y en su trabajo todos se sentirán cómodos con su presencia.

Jueves llega, y tan pronto como llega se da cuenta que alguien lo espera parado detrás de las cortinas.

—S-señor —preocupación en cada rastro de su cuerpo.

Los ojos de su jefe se miran llenos de melancolía, pero de todas formas hay firmeza en su voz.

—Luhan —Camina hacia su empleado. El mencionado abre en demasía su par de ojos—. Usted... —pronuncia con el calor sobre sus mejillas —Es-está despedido.

¡Oh, desilusión, no era lo que creía!

La luz se está desvaneciendo de sus ojos, de su vida.

Y, aun así, Luhan cree firmemente que esa luz parpadea mínimamente en su alma.

—Sehun yo...

—Por favor, retírese —Voz a punto de quebrarse; porque la realidad es que-

Luhan va a su cubículo, su escritorio de años se vuelve vacío, como su vida. Y esos nuevos anteojos que según lo hacían ver mejor, ocultan un mar de tristeza. Oh Sehun nunca se fijó en él y nunca lo haría más que en sus sueños apagándose lentamente. Es y será completamente ignorado y las melodías de sus esperanzas ya se han atorado en lo que nunca fue dicho, en lo que siempre fue ignorado; ese amor no correspondido.

—Solo me conformaba con verte —solloza fuera del edificio, mientras el viento sopla su cuerpo y las lágrimas se mezclan con la lluvia de ese otoño gélido, frío, tan frío. Esa estela de luz se extingue al fin, llevándose consigo sueños dulces en un silencio tras la puerta.

Porque la realidad es que Sehun no quería enamorarse de aquel joven torpe y tierno, con la luz apagándose detrás de esos anteojos, porque la verdad es que defraudaría a su padre. Y Sehun sabe que estarán juntos, solo que quizá, en otra vida.

Porque la verdad es que Sehun necesita esos anteojos para ver y disfrutar la vida. Para saber que aquel miedo hiere a su hermoso amor y a él.






/algo ya viejito, pero editado :)♥








Estaciones y letras; hunhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora