Marco: -¿Cuántos llegamos?-la verdad era que muy pocos logramos llegar vivos. Era verdaderamente inquietante y abrumador.

No sabía si mi falta de aire era causa del esfuerzo que había hecho, o si se trataba de la inquietud con la que cargaba en mi pecho.

Jean: -Son del equipo de suministros, ¿verdad?-todos nos giramos a mirar a Jean. Algo estaba mal.

No alcanzábamos a oír la voz de la persona con la que estaba hablando ya que fue interrumpida con el golpe que este soltó a él extraño sujeto.

Marco: -¡Detente! ¡Jean!-el pecoso se acercó a sostener al castaño antes de que se alterara más.

Jean: -¡Ellos son los que nos abandonaron! ¡Por culpa suya murió más gente!-

-¡Entraron titanes! ¡No podíamos hacer nada!-habló el extraño muy asustado.

Jean: -¡Su trabajo es hacer algo al respecto!-su voz era cada vez más ruidosa.

May: -¡Jean! ¡Detente de una vez!-el castaño me miró confundido.

A lo lejos se escuchó un estruendo. ¿Ahora que rayos pasaba?.

Reiner: -¡Agáchense!-

La cabeza de un titán aterrizó cerca de nosotros, interrumpiendo la discusión que estaban teniendo los muchachos.

El golpe de aquella atrocidad causó que algunos de nuestros compañeros salieron disparados a alguna parte de aquella sala, golpeándose con el frío piso.

Gracias a unas manos que me sostuvieron, no obtuve aquel impacto que obtuvieron ellos. Mire confusa a las manos ajenas.

Jean: -¿Te encuentras bien?-me límite a asentir con la cabeza por tremendo susto causado anteriormente-Maldita sea-prosiguió a decir después de haberse asegurado de que mi gesto había sido cierto-Hay demasiada gente aquí-

Todos empezaron a entrar en pánico, corriendo por todas partes, chocando unos con los otros.

Malditos estorbos.

Algunos gritaban preguntando sobre el paradero de Mikasa, algunos otros exigiéndome que hiciera algo para evitar la muerte de más personas. Como si yo estuviera en posición de decidir si alguien muere o no.

Intentaba llamar a Jean para lograr sacarlo del trance en el que se encontraba, pero era inútil. Hasta qué pasó lo inimaginable.

Jena: -¿Qué es eso?-todos miramos perplejos al titán que había derribado a los otros dos que irrumpieron el lugar hace un momento atrás. ¿Qué clase de monstruo era ese?.

Alguien entró por una de las tantas ventanas que se ubicaban en el lugar, haciendo que los vidrios rotos me hicieran brincar del susto.

-¡Mikasa!-gritamos Jean y yo al mismo tiempo haciendo que lo mirara de mala forma.

De tras de la azabache venían Connie y Armin. El rubio en brazos del de ojos verdes.

Connie: -Por poco, ya no me queda nada- dijo este con voz entusiasmada-Al límite, pero llegamos-el de ojos azules lo miraba asombrado por el logro que habían conseguido.

Jean: -Estás viva-dijo con un sonrojo en su rostro dirigiéndose a la azabache. No pude evitar seguirlo viendo con mala cara.

Connie: -¡Bien hecho, Armin!-gritaba emocionado mientras golpeaba al rubio en la espalda-¡Tu plan funcionó!-

En cuanto pude, me lancé a los brazos de la de ojos grises, verificando que pudiera incorporarse antes.

May: -Gracias al cielo que están bien-dije casi con lágrimas en los ojos, alcanzando la mano del rubio para que supiera que me alegraba de verlo también a él.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀𝐒 | 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora