Capítulo 10. Le gustas, te gusta

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10.

—Oh.

—¿Eso es lo único que vas a decir? —musito cansada mirando las uñas de mis manos y ella me da palmaditas en la espalda.

—No está nada mal. —Hace énfasis en nada y bufo cruzándome de brazos.

Estamos al frente de la tienda donde trabajaba Logan. Mery me convenció de llevarla porque según ella, así va a poder ayudarme y darme los consejos adecuados para conquistarlo. Y no sé cómo es que he aceptado. Una sensación demasiado irritante y horrible no me deja tranquila. No quiero que Logan me vea aquí, afuera de su lugar de trabajo como si estuviera acosándolo. Bastante he tenido con mis dos intentos de coquetearle y parecer sexy, porque no, yo no soy sexy en lo absoluto.

—Tengo hambre y sed. Quiero una soda y galletas. —Volteo a verla tan rápido que mi cuello duele.

—Oh no, no, no. Ni lo pienses —niego rotundamente, luchando contra mis ganas de gritarle. 

Mery solo me mira levantando sus cejas de arriba abajo.

—¿Qué?, ¿tienes miedo? —pregunta burlona y levanto mi mentón en un gesto altivo.

—Por supuesto que no —respondo firme, pero lo suficientemente alto como para que ella sepa que estoy mintiendo.

—Entonces, ¿qué esperamos? —Envuelve mi muñeca con sus delgados dedos y me jala para cruzar la pista. 

Solo son unos cuantos metros pero... ¡NO!

—Mery, hay muchas más tiendas, vamos al centro comercial. A ti te gustan los batidos, te compro el que quieras, pero por favor...

Me siento patética rogándole. Sé que en algún lado mi orgullo está gritando por qué lo abandoné, pero esto es más fuerte que yo. Simplemente no puedo, Logan y su sonrisa... me hacen mal.

—Vaya, esto es serio. —Mery se detiene frente a mí, todavía sin cruzar la pista y su rostro se torna pensativo mientras me mira con los ojos brillantes—. Lo del batido no está mal, pero si realmente quieres que te ayude, tenemos que entrar a esa tienda. —Señala detrás de ella y de lejos, veo cómo es que Logan está atendiendo a una señora. ¿Por qué tiene que ser tan perfecto?... Oh, sí que estoy afectada—. Dios, Gia mírame, ¡te estoy hablando! —Pasa su mano enfrente de mí y la observo a regañadientes.

—Te estoy escuchando —afirmo molesta y ella bufa.

—Sí, lo que tú digas. —Hace una pausa y habla después de tomar un aire profesional—. Escucha, debemos entrar a la tienda. No, necesitamos y debemos entrar a la tienda.

—¿Por qué? —pregunto con un hilo de voz y quiero golpearme por haber sonado así: Mery me mira con ternura, poniéndose sentimental.

Agh.

—Nunca pensé verte así. —Suspira dramáticamente y siento el calor subir a mi rostro—. Estás sonrojada —comenta con un tono dulzón y tapo mis mejillas bruscamente.

—Basta, habla de una vez. ¿Para qué debemos y necesitamos entrar? —Sé que he hablado muy cortante, pero no puedo hacer nada en contra de mis reflejos contra amenazas.

—Es que necesito ver y comprobar si causas algo en él. Para saber si empezaremos desde cero o por el contrario, solo necesites unas cuantas jugadas y tadá, lo tendrás aquí. —Me muestra la palma de su mano y abro la boca sin exactamente saber que decir.

—¿Causar qué en él? —cuestiono y ella se encoge de hombros.

—Ya sabes, si lo pones nervioso y esas cosas. No te preocupes por la excusa de por qué hemos entrado a esa tienda en particular, yo me encargaré de eso. Solo actúa normal, sé tú —responde simple y asiento no muy convencida, mas ella no pierde el tiempo y ahora si logra hacerme cruzar la pista.

Until you're mine © |Logan LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora