Capítulo 45

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Llegué tan rápido como pude, tenía que ir cuanto antes para poder hacer todos los trámites correspondientes. Resistía las enormes ganas de llorar que tenía, debía aguantar, no podía darme el lujo de derrumbarme, no debía, no podía caer. Mi mamacita, lo único que me quedaba, desde niño aprendí a vivir sin papá, por lo mismo toda la vida he tenido a mi mamá, el ser más bueno y dulce del mundo, mi querida madrecita. Se me estaba yendo y no podía evitarlo, aunque quisiera no podía lograr que estuviera tan sana como deseara, cambiaría mi salud por la de ella sin pensarlo, pero es algo que no se puede.


Apenas llegué y corrí sin saludar a nadie, me tenía que apresurar, mamá estaba esperándome. Me encontraba frente a su puerta, sé que le molesta que abran sin tocar, pero no me importaba, debía hablar con él sí o sí.

– ¡Ashley! – casi grité a lo cual él, que se encontraba sentado en su sillón levantó la cara y me miró con cierta irritabilidad.

– Se supone que debes tocar – iba a decirme algo más pero no tenía tiempo de escucharlo.

– Mi mamá se muere, tengo que ir con ella – le dije con la voz entrecortada.

– ¿Y qué se supone que haces aquí? – con su voz seria me preguntó mientras se levantaba.

– Tenía que...

– ¡Vete! No pierdas más tiempo – se acercó a mí y me dijo con premura.

– Es que... yo... – no sé por qué lo hice, pero me hallaba en el trabajo avisando que me iba a ir, tal vez porque mi mamá me educó para ser responsable, aún en situaciones como esta seguía poniendo en práctica lo que él me enseñó.

– ¿Necesitas algo más? – me preguntó el jefe.

– No, nada – suspiré como si me quitaran un peso de encima.

– Me doy cuenta que sufres y este no es momento para palabrería, solo déjame sugerirte que cuando llegues con tu mamá le des un beso en la frente y le digas cuánto la amas, que hizo un excelente trabajo – lo miré, no quería llorar, no debía hacerlo, pero mis ojos me traicionaron, una gruesa lagrima se escurrió por mi mejilla.

– No quiero que se vaya – mi labio inferior tembló, como de costumbre cuando lloro.

– A veces es lo mejor, cuando una persona ya cumplió su tarea debe irse, no tengas miedo y ayúdale a ver que te deja fuerte y entero – se acercó y me abrazó fuertemente – Es momento que le dejes claro que tiene un hijo aguerrido y que lucha – asentí al momento que me reconfortaba.

– Gracias Ashley, perdón por todo, por dejar el trabajo inconcluso.

– Fer se hará cargo, vete ya, que te están esperando – me palmeó el hombro y me señaló la puerta.

– En verdad gracias – limpié mis ojos y solo moviendo la mano me despedí de mi compañera, era momento de ir con mamá y estar a su lado.




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Caminaba sonriente, silbaba, hoy era mi día de suerte, ese abogadito torcido me las iba a pagar, cuando su novia hizo que mi vieja se fuera de mi lado con todo y mis hijos juré venganza, maté a esa mujercita, esa maldita que me quitó todo, pero el muy méndigo del licenciado luego de mandarme al hoyo rehízo su cochina vida y se consiguió a ese poca cosa de Evan, aunque el chavo ni un lazo le echa, era momento de dar el primer golpe, ir contra Evan, lo que más quiere el abogadito.

Una Eva y tres patanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora