Capítulo 29

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La noche estaba a punto de caer, hacía mucho frío o al menos eso es lo que sentía, mi cuerpo aún temblaba, había vuelto a recordar aquella fatídica noche, aquel momento en el que mi vida se fracturó para convertirme en el hombre que soy actualmente, el desconfiado, el temeroso, el que no cree más en el amor. Suspiré, iba en el caballo montado mientras Adán Edilberto caminaba guiándolo de las riendas, esperamos un buen rato a que la tormenta pasara, ahora mismo solo quedaba en cielo ennegrecido y los relámpagos, la oscuridad no tardaba en envolverlo todo y pronto no veríamos ni siquiera nuestras narices.


– Ya va a anochecer – comenté para tratar de romper aquel silencio que se formó entre nosotros desde hacía rato, aquel hombre lleno de bolas se había quedado extrañamente callado, como si no supiera qué decir, como si todas sus fantochadas se le hubieran terminado de un momento a otro.

– Sí – fue lo único que me respondió para continuar con su actitud seria mientras seguía llevando al equino.


No quise importunar más y me dediqué a ver al frente, ese cretino me trajo a la fuerza, pero en cierto modo le agradezco que lo haya hecho, desde hacía muchos años no me tomaba el tiempo de recorrer estos caminos, si bien no sé exactamente dónde estamos, lo que sí sé es que esta es mi tierra, aquí nací, aquí pasé los mejores momentos de mi vida y aquí quiero terminar mis días, en mi amado pueblo. Cierro un momento los ojos cansados por el llanto y experimento aquel gélido viento chocar contra mis mejillas, mi cabello se mueve incesantemente por acción del aire, inhalo hondamente, es fabuloso sentir esto, sin embargo de pronto recuerdo aquellos labios en los míos, su calor, su aliento sobre mi rostro, me recuerdo en los brazos de aquel tipo engreído y pedante, de inmediato abro mis ojos, un poco avergonzado veo hacia él, sigue serio y es por ello que doy gracias, porque si viera mi cara en estos instantes seguramente se burlaría de mí.


Ese fue mi primer beso, la primera vez que otra persona me besa en los labios, mi boca sintió lo que era ser besada por vez primera, por tonto que pareciera a mi edad hasta el día de hoy no había experimentado lo que se sentía ser besado en la boca, sentir la presencia de otra persona en un modo tan íntimo, tan cercano. Adán Edilberto me robó la primera experiencia en ese sentido y si soy honesto solo conmigo mismo no lo hace mal, o al menos no sentí que besara como si quisiera tragarme entero, fue más bien sensual, erótico pero muy cuidado, pese a haber sido inesperado fue bastante coordinado y bonito.


– Evan – respingo hacia el frente, la voz de aquel hombre me llamó a la realidad.

– ¿Qué pasa? – pregunto tranquilamente.

– Siento todo lo que ocurrió – no me mira, sigue caminando jalando las riendas del equino.

– No... no te preocupes, sé que eres un bruto, lo entiendo – digo tratando de aligerar la tensión, pero noto que su cuello se endurece como si se hubiera molestado.

– Sí, lo sé, ¡Soy un bruto, un estúpido, todo lo hago mal, ya lo sé! – ahora estoy seguro que está molesto.

– No creí que te molestaras – dije apenado.

– No me molesto porque lo hayas dicho, me molesta porque es la maldita realidad, soy un imbécil que todo lo hace mal – contesta seriamente, continúa mirando al frente, mi entrecejo se frunce, creo que me pasé un poco.

– Oye, espera, mira yo sé que me robaste y evitaste que mi mamá hiciera el pan de elote, pero tampoco es para tanto – entre verdad y broma intento calmar la situación.

Una Eva y tres patanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora