f r i e n d z o n e

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  — Eres un idiota —suspiró con cansancio y dejó que de sus labios salga la oración más usada desde que estaba en la casa del azabache—. ¿Podrás no comportarte como uno mientras estés con él? —terminó de pintar la última uña de color negro del chico y cerró el pequeño envase donde venía el esmalte.

  — Creo que me estás pidiendo demasiado, querida —desparramó su cabello un poco más con la mano que ya tenía el esmalte seco mientras se paraba a mirarse en el espejo y le daba una divertida mirada a la chica a través de él, quien se resignó a soltar otro suspiro.

  — Está bien, no puedes no ser un idiota, lo entiendo. Entonces idearemos otro plan —tomó los anteojos del chico que estaban sobre la mesita de luz y se los tendió para que él los aceptara y acto seguido se los pusiera—. Solamente sé tú mismo, pero un poco menos tú, ¿entiendes? —Richie frunció el ceño con confusión—. Me refiero a que no hagas chistes que puedan hacer enojar a Eddie. Me imagino que no quieres terminar con un cono de helado en tu cabeza, ¿verdad?

  — Supongo que no, pero tranquila, no haré chistes sobre lo gorda que es su mamá —acomodó sus anteojos y se sentó en el borde de la cama soltando un pesado suspiro.

  Richie nunca había sido una persona muy segura de sí misma. Solía dudar mucho, era muy rara la vez en la que él se sentía completamente confiado de lo que hacía. Realmente odiaba desconfiar tanto, pero no lo podía evitar. Sentía que haga lo que haga siempre algo, por más mínimo que sea, iba a estar mal. Y había aprendido a vivir con ese sentimiento, pero en momentos como estos, era aún más fuerte. Tenía miedo de cagarla, y él sabía que así lo haría, porque cagar las cosas probablemente era su especialidad.

  — Richie —Beverly lo sacó de sus pensamientos, sentándose a su lado—. ¿Estás bien? —a pesar de no conocerlo hace mucho tiempo como Bill, Eddie o Stan, no era difícil detectar cuando al chico le sucedía algo.

  — Yo... —iba a inventar alguna cosa para no tener que decir en voz alta lo que no dejaba de dar vueltas por su cabeza, pero entonces notó la preocupante mirada de la chica sobre él, y se sintió un ser humano horrible por querer mentirle cuando ella realmente demostraba preocupación sobre lo que le sucedía—. No lo sé, es raro. No quiero cagarla con Eddie, soy un maldito idiota y sé que lo haré.

Oh, sí. Lo harás.


No me lo recuerdes, por favor.

  — Oh, honey, no digas eso —habló la muchacha con una mezcla de ternura y tristeza en su voz. Se dio cuenta del gran amor que Richie sentía por Eddie, y que debido al gran amor que le tenía, probablemente eso era algo más que un simple amor adolescente. O eso es lo que ella esperaba, pues sería una pena que un amor tan grande como ese no dure mucho, mucho, mucho tiempo. Puso una de sus manos en el hombro del azabache y lo acarició con suavidad—. Hey, todo saldrá bien, tú tranquilo. No te hagas la cabeza, ¿sí?

  Richie asintió débilmente. Aún así, su cabeza seguía girando en torno a las miles de posibilidades en las que él podía arruinar todo con aquel chico que tanto quería. Mordió su labio inferior mientras apretaba sus puños con fuerza y sus uñas se enterraban en su piel, cosa que luego de unos segundos dejaría unas pequeñas marcas.
Entonces Beverly le tendió un cigarrillo, pareciendo que leía los pensamientos del chico.

  — Relájate un poco —pronunció luego de ver lo tenso que se veía. Tozier inmediatamente tomó el cigarrillo mientras revolvía en su bolsillo en busca de un encendedor. Hizo un pequeño y casi inaudible grito de alegría al finalmente encontrarlo, para luego encender aquello que aún sostenía entre sus dedos. Beverly también encendió uno a la vez que se levantaba de la cama para abrir la ventana del cuarto del muchacho para que el humo no quedara concentrado ahí—. Eddie te quiere. Lo sabes, ¿verdad? —el de gafas le dedicó una curiosa mirada, esperando a que ella prosiguiera. Pero no lo hizo.

dirty little secret ;; reddieWhere stories live. Discover now