f r i e n d s

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Richie suspiró con frustración y se talló los ojos. Era un idiota, lo sabía, ¿pero era necesario que se lo recordaran?

El azabache tomó una bocanada de aire antes de girar la perilla de su puerta y finalmente entrar a la oscura y fría casa. Divisó a su madre durmiendo en el sillón, junto a una pequeña botella de cerveza. Richie no pudo evitar formar una sonrisa de orgullo al ver que simplemente era una botella pequeña la que le acompañaba, y no eran cinco o seis que solían estar ya completamente vacías para cuando él volvía a casa. Su madre trabajaba durante todo el día. Tozier a penas y podía verla, pero cuando la veía, ella ya había caído rendida en el sillón de terciopelo que adornaba la sala de estar. Las pocas palabras que cruzaban solían ser un "buenas noches" o un simple pero cálido "cuídate". Eso le llenaba el corazón al pequeño de alguna manera, pero no podía evitar preguntarse por qué no había tenido nada "normal" en su vida. Su familia no era normal, él no era normal.
Sinceramente deseaba compartir largas charlas con su madre, contarle su día a día mientras cenan y miran alguna que otra película en televisión. Pero no podía. Su madre llegaba cansada, y él lo menos que podía hacer era dejarla descansar, ya que la gran parte de el sacrificio que ella hacía era por él, y Richie lo sabía. Probablemente era una molestia para su dulce madre, a quien él desde niño le había traído problemas. Críar a un niño tan revoltoso sola no era tarea fácil, y sin embargo aún trabajaba hasta tardes horas para que ambos pudieran subsistir. Para Richie Tozier ella era una mujer de oro, aún no lograba comprender cómo es que no lo había echado de la casa. Si bien muchas veces piensa en lo mucho que le hubiera gustado tener a alguien a quien plantearle todas las dudas que tenía sobre la vida en sí, había aprendido a buscar respuestas solo.

Llegó a la cocina buscando algo para comer. Mientras revolvía entre tantas bolsas, volvió a sentir su mano arder. Liquido rojo y espeso aún seguía goteando de ella. Parece que no fue suficiente haberse lavado un poco la mano, ahora incluso había comenzado a salir más sangre que antes.
Mordió su labio inferior, sintiendo como aquél líquido se deslizaba y comenzaba a manchar el frío piso de mármol. Una idea cruzó por su cabeza, probablemente la mejor idea que había tenido en todo ese maldito día. Iría a que Eddie le curara la mano, él sabría qué hacer. Además, sería una asombrosa excusa para verlo. No era algo que el joven quería admitir, pero realmente ansiaba sentir su suave tacto, sus brazos rodeándolo y sus tiernos ojos mirándolo con preocupación.

No lo dudó más y luego de tapar a su madre con una manta y depositar un pequeño beso en su frente, tomó su bicicleta y comenzó rumbo a la casa de su amigo. Sonrió inconscientemente al pensar nuevamente en Eddie. Se imaginó en ambos acostados abrazándose, mientras Richie acariciaba el suave cabello del menor. Porque era verdad, Eddie tenía el cabello más suave que Richie alguna vez hubiera tocado. Solía revolver su cabello haciéndole creer que simplemente lo hacía para molestarlo, sin embargo, la verdad era otra. Su piel también era suave. Quería tocarla, y molestarlo siempre era la mejor excusa. Sus mejillas se tiñeron de un color carmesí al pensar en Eddie de aquella forma. Al darse cuenta de lo que rondaba en su mente con respecto a su amigo, se golpeó mentalmente. No debía permitirse tener ese tipo de pensamientos.
Aún intentaba convencerse de que la única forma en la que veía a Eddie era como amigo, pero fallaba en el intento al darse cuenta de que le bastaba oír su nombre para que una sonrisa se formara en su rostro.

Dejó su bicicleta torpemente en la acera y corrió a la parte trasera de la casa. De ninguna manera tocaría la puerta, lo más probable era que le atendiera la madre de Eddie, eso no sería bueno ya que vería la sangre de su mano e inmediatamente le cerraría la puerta en la cara pensando que podría contagiarle Sida o algo por el estilo. Tomó unas pequeñas piedra y las arrojó con fuerza a la ventana del pecoso. No pasó menos de un minuto cuando vio la ventana abrirse de par en par, divisando a Kaspbrak observando con curiosidad hacia afuera.

dirty little secret ;; reddieWhere stories live. Discover now