Jota miró distraído por la ventanilla y tras la densa cortina de lluvia vislumbró a Claudia resguardándose bajo el toldo de la gasolinera.

—¡Pero qué coño...!

—¿Qué pasa? —demandó Javi siguiendo la mirada de Jota.

—¿Ves esa loca? —Señaló hacia la gasolinera—. No me puedo creer que siga ahí. ¡Esto es increíble! —comentó indignado.

—¿El qué? ¿Qué pasa con esa tía?

—Ayer me dijo que me esperaría ahí para que la acompañara a por un vestido o algo así. Quería ir al centro. Naturalmente le dije que no. Pero ahí está, esperándome...

—¿En serio?

El coche de detrás le hizo luces para que reanudara la marcha, ya que el semáforo se había puesto en verde. Jota puso primera y continuó hacia delante.

—¡Esto es increíble! ¡Pues ya se puede quedar ahí todo el día si le da la gana! Yo no pienso ni acercarme.

—Pero ¿quién es?

—Déjalo, Javi, es una larga y patética historia... ¡qué fuerte me parece! ¡Está para que la encierren!

Diez minutos más tarde llegaron a McDonald's. Javi escogió el menú gigante, pero a Jota se le había cerrado el estómago. Esperaron a que la trabajadora les entregara la bolsa de cartón por la ventanilla y reanudaron la marcha.

—¡No me lo puedo creer! —espetó Jota incapaz de continuar con la rutina.

—¿El qué? —Javi se llevó una grasienta patata a la boca mientras se giraba para escucharle.

—¡Lleva esperando desde las nueve! ¿No es capaz de captar las indirectas o qué?

—Pero ¿aún estás con eso?

—Está loca. ¿Qué otra explicación podría haber para su comportamiento?

—¿Dónde la has conocido? Nunca me has hablado de ella, siempre te callas las mejores cosas...

—Nunca te he hablado de ella porque para mí no es nadie importante, tan solo una loca de personalidad versátil.

—Bueno... ya habló el intelectual...

—No, en serio, debe tener algún desequilibrio mental grave para ser así.

—¿Así, cómo?

—Tan... tan insistente y confiada. Me desquicia.

—Está bien, para un momento —le ordenó Javi.

—¡¿Qué?!

—He dicho que pares un momento, ¡detén el coche, joder!

—¿Para qué?

—Ahí está la casa de Mario. Así que para.

—¿Pero qué dices? ¿Quieres que vayamos a hacerle una visita precisamente ahora?

—No —contestó con calma al ver que Jota había reducido la velocidad considerablemente—. Yo voy a hacerle una visita, tú vas a recoger a esa chica y solucionar lo que tengas que solucionar con ella.

—¿Pero es que hoy todo el mundo se ha vuelto loco? ¡No tengo nada que solucionar con ella! ¡No me importa lo más mínimo! ¿Has escuchado algo de lo que te he dicho?

—Sí, sí, sí... lo he escuchado y ya he tenido suficiente. Para no importarte nada llevas media hora hablando de esa tía sin parar, y la verdad, no creo que pueda seguir aguantándolo todo el camino de regreso a casa, así que si tienes algo que aclarar o reprocharle, este es el momento. Yo iré a ver a Mario.

JOTAWhere stories live. Discover now