Capítulo 7 | Cerca de mí

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Alan había aparecido sin que me diese cuenta, como si no hiciese ruido al andar. Casi me dio un susto, pero no iba a darle la impresión de que era una cría que se sobresaltaba por cualquier cosa. En vez de eso me fijé en el aspecto que tenía. Iba vestido con una camiseta slim gris bajo una chaqueta negra, unos vaqueros oscuros y unos zapatos Oxford. Elegante pero informal.

Los dos besos de rigor al saludarnos fueron los que más nerviosamente he dado en mi vida, porque las ganas de besar sus labios eran tan fuertes que me daba miedo perder el control y plantarle un pico sin darme cuenta.

-Hola. Qué guapa estás... -me piropeó, como si le hiciera falta para que me derritiese al mirarle.

-Bien, aquí... -con todas mis fuerzas fingía algo de desgana. Carla me había dicho por WhatsApp que no pareciese una desesperada, que sólo haría que ahuyentarle-. Con algo de hambre...

-Ah, eso se soluciona pronto. Hay un restaurante por aquí cerca muy bueno. Te invito -y sin pensárselo dos veces me cogió la mano para llevarme hacia allí. Reprimí el temblor que me dio de los nervios y pensé para mis adentros: "por favor, torpeza de Silvia, NO hagas que me tropiece al andar a su lado".

Cenamos en una pizzería simpática a tres calles de mi casa, aunque él apenas tocó su pizza cuatro quesos. Decía que ya había comido algo de merienda y no tenía hambre.

Después fuimos a un bar de copas, donde de nuevo conseguí entrar gracias a que comentó algo a la persona encargada en la puerta. Yo no bebí nada de alcohol, lógicamente, y los dos parecíamos una pareja extraña bebiendo refrescos rodeados de gente que tomaba combinados. Pero por primera vez en la vida, me daba igual ser la rara en un grupo, si lo era a su lado.

Después dimos un paseo por uno de los parques de mi barrio, nuestras manos entrelazadas.

-Silvia, si no te importa, te voy a acompañar a tu portal. No porque no me encante estar contigo, sino porque anoche no dormimos nada y estarás muerta de sueño -tenía razón, ya que a pesar de la dosis de cafeína, no estaba acostumbrada a trasnochar. ¡Si nunca salía de fiesta! Él sin embargo parecía freco como una rosa.

-Vale, pero que conste que me gusta estar contigo -le dije, reprimiendo un bostezo.

Llegamos a mi portal de nuevo. El corazón empezó a irme a mil por hora. Él tenía su sonrisa picarona en los labios, esos labios que yo no podía dejar de mirar. ¿Era que había decidido si me iba a besar? Yo no había besado nunca a un chico. Mi primer beso ¿iba a ser con alguien tan especial? Si no hubiese estado delante me hubiese pinchado en la mejilla para ver si soñaba.

Pero no quería adelantarme a los acontecimientos porque podía ser que me diese un abrazo. Que me dijera que le caía muy bien y me quería como amiga. ¿Igual era gay? No podía ser, me iba a morir de la rabia.

Me gustaba la idea de ser su amiga, pero no quería ser sólo eso para él. Desde que le había visto en la puerta de la discoteca Fabriek había pensado que quería abrazarle y notar su pecho contra el mío. Sus labios en mi cuello. Algo que no había notado antes en la vida.

Me di cuenta de que me temblaban las manos. Estábamos frente a frente en mi portal. No había un alma en la calle. Él me miraba a los ojos. Yo le miraba a los labios. No sólo por la ligera diferencia de estatura, sino porque quería sentirlos acercándose a mí.

En un arranque de valor, acaricié su mano. Él se juntó contra mí en mi portal.

-Silvia... -empezó a decir él, mientras nos separaban apenas cinco centímetros.

Levante la mirada de su boca a sus ojos y vi una mirada melancólica. Por los nervios se me llenaron los ojos de lágrimas.

Sonrió otra vez, acercándose un poco más. Ya sólo nos separaban un par de centímetros. Notaba su respiración en mi cara.

-Yo... -comenzó una frase de nuevo, mientras me estrechaba cada vez más cerca contra él.

Besos a medianoche *COMPLETADA*Where stories live. Discover now