Mina frunció el ceño y entre sus manos acunó el rostro de su amiga, dándole apoyo para que siga hablando.
Tzuyu: Yo también estoy enamorada... - murmuró y la quijada de Mina cayó al suelo causándole un poco de gracia - estoy enamorada de ti... y-y sé que tú no me ves más que como una amiga, pe-pero... yo estoy dispuesta a estar contigo para ayudarte a olvidar a esa idiota, estoy dispuesta a estar contigo aunque tú no me quieras porque sé que yo puedo hacerte feliz como lo mereces, por favor... - murmuró con los ojos cristalinos - permíteme hacerte feliz, Mina - su voz salió casi como una suplica.
Mina la miró un momento, analizándola, tratando de asimilar lo que su amiga acababa de decir.
¿Tzuyu enamorada de ella? Eso es imposible, o sea, se conocen desde que ambas usaban pañales.
Mina: Tzuyu yo... - murmuró y no pudo continuar ya que un par de labios se estrellaron con los suyos.
Los labios de la taiwanesa se quedaron posados ahí por unos segundos, esperando el rechazo de los contrarios. Tzuyu esperaba un empujón que la apartara, pero eso no sucedió... sintió como los labios de Mina se movían torpes e inexpertos sobre los suyos y eso fue más que suficiente para que el acto se convierta en un suave y tímido beso.
Mina se sentía extraña, jamás pensó que su primer beso iba a ser con su mejor amiga, pero no podía quejarse... esperaba que su primer beso fuera con la persona de la cual estaba enamorada, pero ya saben la historia... aunque admitiéndolo, besar a Tzuyu no era malo, al contrario, le estaba gustando.
La japonesa llevó sus manos al cuello de la contraria y esta posó sus manos en su cintura atrayéndola hacia su cuerpo.
Tzuyu pasó su lengua por el labio inferior de Mina la cual se sorprendió un poco pero luego entreabrió sus labios para darle acceso.
Era un lindo momento.
A lo lejos se encontraban dos chicas chillando de emoción y asombro, al fin su amiga había logrado besar a la que probablemente iba a ser el amor de su vida, mientras que unos metros más lejos se encontraba una chica de cabello rubio platinado, estaba cabizbaja, mirando la escena con los ojos llenos de lágrimas y el corazón roto... habían ganado su puesto sin antes acercarse a su gran crush.
Mientras que al otro extremo se encontraba una chica bajita, con el cabello corto y una mirada llena de odio. Chaeyoung miraba a como su compañera de habitación besaba a su mejor amiga con una ternura y amor que le causaba repugnancia.
«¡Yo debería estar besándola, no esa copia barata de Yoda!» pensaba la pelinegra.
Rosé: Wow... la muda ya no es tan tímida después de todo - río.
Chaeyoung apretó los dientes y se levantó empujando a la australiana de su regazo, esta se quejó pero a la coreana no le importó, ni siquiera se limitó a pedirle perdón a su novia.
Lo único que quería era ir y borrarles esa sonrisa boba que tenía aquel par. Chaeyoung estaba enojada, su sangre hervía y sus puños estaban cerrado con una fuerza que ni ella misma sabía que tenía.
Suspiró pesadamente y se alejó, sintiendo un odio profundo y una culpa, una culpa que le estaba carcomiendo el alma. Una vez en su habitación, agarró su cabeza con desesperación y comenzó a golpear la pared hasta que sus nudillos sangraron.
Chaeyoung: ¡Maldición! ¡Maldita Mina! - gritaba sin dejar de descargarse con esa pobre pared que no tenía culpa - ¡Hija de puta! - otro golpe - ¡te odio! - otro golpe.
Unos brazos la abrazaron por la espalda y empezó a forcejear.
Chaeyoung: ¡Suéltame! ¡SUÉLTAME! - gritaba totalmente cegada por rabia tratando de escaparse de aquellos brazos que la sostenían.
El forcejeo cesó y el cuerpo de la castaña flaqueó hasta quedar de rodillas en el suelo.
Jihyo se arrodilló frente su amiga y la abrazó con fuerza, las lágrimas en el rostro de la pequeña no tardaron en llegar.
Lloraba de rabia, lloraba de dolor, lloraba de culpa por haber sido tan estúpida.
Se escondió en el cuello de la chica que tenía en frente y dejó escapar todo ese dolor, se odiaba a sí misma por preferir una persona que sólo piensa en sexo en vez de un ángel que sólo quería darle amor.
Chaeyoung: Soy una idiota, Jihyo - susurró entre sollozos - soy una verdadera estúpida - lloró con más fuerza.
Jihyo: Shh... tranquila, déjame llevarte a la enfermería para que curen tu mano, pequeña - dijo con suavidad y con cuidado se levantó sosteniendo a una rota y culpable Chaeyoung para llevarla a la enfermería.
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Eran al rededor de las 10:00 pm cuando una sonriente y sonrojada Mina entró a su habitación pensando en lo lindo que fue su día con Tzuyu, definitivamente la mejor decisión de su vida fue darle una oportunidad a esa bella chica.
El cuerpo de la japonesa se quedó rígido en medio de la habitación, sus ojos se abrieron con impacto y su quijada cayó al piso mientras miraba la pared. Aquella muralla blanca estaba totalmente manchada con sangre, era un plano digno de película de terror.
En ese momento la puerta se abrió y Mina aún con asombro se volteó para encontrarse a Jackson con una Chaeyoung dormida en sus brazos. El chico dejó a la pequeña chica en su cama y le dió una sonrisa falsa a la japonesa.
Jackson agitó su mano en despedida y salió de la habitación. La castaña se quedó parada ahí sin poder moverse, veía a la chica que amaba dormir tranquilamente en su cama, pero algo llamó su atención... las manos vendadas.
Entonces comprendió, la sangre de la pared era de ella... Chaeyoung se había hecho daño y podía deducir que la coreana había visto cómo se besaba con Tzuyu.
Mina frunció el ceño y apretó los labios, sintiéndose extraña, ¿por qué la pelicorto iba a hacer eso por ella? no tenía sentido, Chaeyoung no la quería. Se sorprendió al notar que no sentía culpa, que no sentía tristeza ni lástima por la chica que estaba frente a sus ojos.
La japonesa se acercó a la cama de la pequeña y susurró algo que jamás pensó que diría.
Mina: Te lo mereces. - susurró severamente con las palabras cargadas de veneno.
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