Medicina

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¿Por qué todo era tan mierda?

La vida, la sociedad, problemas, oportunidades perdidas y la mala suerte ahorcando su existencia.
Todo era la jodida que siempre odiaba, cada día siendo el mismo problema, intentar escapar y que ningún lugar era suficiente para resguardarte de esa masa negativa consumiendo cada uno de tus sentidos y simplemente... Tener en cuenta que no hay salida.

Mikaela era un chico solitario, su familia era consciente de su distancia desde que su madre murió; su padre había conseguido una nueva pareja por la cual preocuparse, olvidándose de la importancia de su hijo.
Cada día era estar en las calles buscando qué hacer, enamorar a cualquier chica o chico que se le atravesara.

Un coqueteo luego de algunas palabras seductoras, besos cortos y miradas sin profundidad... No, ninguno llegó más allá de lo pensado. Jamás pensó en eso cuando perdió al único ser que le amaba: Akane.

Tan brillante, extrovertida, positiva, no era posible que un ángel como ella pudiera padecer de una enfermedad tan grave como el cáncer; la vio por última vez en un paseo nocturno, el último respiro, las últimas risas, los últimos besos y abrazos regalados llenos de devoción.

Jamás la olvidaría, era su único amor y nadie podría reemplazarlo.

Era solitario, no permitía que alguien se acercara demasiado para conocerlo totalmente, se consideraba una maldición a aquel quien estuviera tan solo un centímetro cerca.

Porque cuando alguien era importante... Moría.

Jamás encontró algo sincero, estaba de paso a la primera quien estuviera en frente para llevarla de paseo y un final común como cualquiera imaginaria. Su rutina, su vida... Su asquerosa vida regalada.
Creían que quería estar así por siempre, un desperdicio de tiempo, un bueno para nada cambiando de hogar cada vez que se le antojaba.

Eso de amar, de ser querido, de encontrar quien te aceptara con tus heridas y pocas sonrisas era simple fantasía de un idiota por falta de atención. Una simple basura.





(•••)

No paraba de caminar alrededor de su cuarto, habían pasado dos noches desde que Mikaela había prometido darle la primera llamada.
Sería la primera vez que escucharía su voz y eso le ponía nervioso hasta los pies.

Escuchar esa voz, la única que movía totalmente su mundo desde esa vez que lo conoció.

Yūichiro empezó a entablar amistad con el rubio a millas de lejanía puesto que no eran de la misma ciudad, fue un encuentro virtual que los hizo congeniar en pensamientos paralelos y discusiones de estabilidad emocional. Era increíble, nunca había conocido a alguien como lo era el apuesto Shindo y le generaba emoción a un nivel inimaginable.

Pero, dentro de aquella inocente alma crecía un enorme amor por esas palabras, la forma de dirigirse un tanto abstracta acerca de su forma de pensar, las pocas veces cuando hablaba de algo lindo, todo eso le FIE encontrando encanto y cariño a pesar de la distancia. Con el tiempo supo como tratarlo, como regresarlo a su presente y dejar de culparse, era obvio... Eso es lo que hace una persona enamorada desde hace meses.

Conoció todo su pasado, sus miedos, pesadillas, heridas y traumas, quiso ponerles una venda a cada una para evitar más daño y aunque fallara lo haría millones de veces. Yū estaba pérfidamente enamorado del ojos diamante, y no sabía cómo decirle directamente en un diálogo.
Era apuesto, listo y con una personalidad atrayente a su divertida alma, jamás podría fijarse en un chico. De seguro tenia una chica igual de hermosa por la cual envidiar, y si eso fuera el caso, ni le cubriría la talla de los pechos.

After Moon |MIKAYUU|Where stories live. Discover now