Descubrir [2]

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Había olvidado los eternos años que había pasado dentro de las subterráneas paredes del palacio, la cantidad de veces que tuvo que intercambiar miradas con nobles y vampiros... Si pudiera arrancar sus ojos y parar de ver el horrendo mundo en el que estaba parado diariamente sería un alivio. Pero, lo único que pedía, era volver a encontrarse con esos brillantes esmeralda.

Sí. El haber podido sobrevivir gracias a la noble principal del lugar, Krul Tepes, empeoró sus ganas de poder continuar apreciando aquella ciudad desastrosa.
En primera fila quedaba muy claro cómo era el movimiento diario de los vampiros entre los humanos restantes, la esclavitud de niños, sobornos, una situación sin fin y asquerosa para el corazón sin vida del rubio.
¿Cómo fue que llegó a esa vida? ¿No hubiera sido mejor morir?

Antes pensaba miles de formas, leía e investigaba en algunos libros de la oficina de Ferid como podía quitarse la vida instantáneamente sin que nadie lo notara, y antes de cumplir su cometido sus oídos captaron la siguiente frase:

— Un mocoso de ojos verdes mató a otro de los jinetes, de seguro es miembro del Escuadrón Demoníaco Japonés.

¿Y si nunca dejó de importarle?

¿De verdad anhelaba salir de esa realidad?

Desde entonces no había otra cosa en qué se detuviera por más de veinticuatro horas, habían pasado cuatro años sin saber de la única luz de su vida: Yū.
Aquellos latidos, su forma de ver el mundo y como ya no era monótono, gris sin ninguna salvación por la cual valer la pena, su mente ya estaba inundada de ese par de luceros.

Mika...

Mika...

¡Mika!

Mikaela.

Mikaela, ¿estás ahí?

Claro, lo había olvidado, estaba actualmente sentado frente a su “salvadora”. No la odiaba, al contrario, sin embargo le molestaba el hecho de saber lo que estaba cometiendo solo por sangre y derrocar a unos humanos incompetentes. –claramente esa forma de pensar se fue mejorando debido a la educación por Krul y Ferid–
Como todos decían en los pasillos y rincones del palacio él era el favorito de la reina Tepes, siempre a su disposición cuando le llamara o le pidiera un favor si se trataba de cuidar los alrededores de su “corral”, nunca supo la verdadera razón de su inmenso interés en él ya que, sinceramente, era igual a cualquier patético vampiro, ni siquiera el más alto de ellos podría pedirle visitas tan recurrentes.

Inundado en sus pensamientos, olvidó todas las palabras dichas por la pelirosa ubicada frente a él, con un semblante confundido contra el tranquilo pero desorbitado del oji-celeste; si buscaba un poco de lo antes captado antes de su perdida mente podría jurar que volvía al mismo tema de siempre sobre el escuadrón y una forma de intersectar por sorpresa.

— De nuevo me ignoras cuando estoy hablando de algo importante, ¿qué te pasa?

Buscó la más rápida forma de evitar su oscura mirada, parecía no estar de humor sin embargo tampoco era para desquitarse por su distracción.

—... Lo siento, Krul. Estaba pensando en... — no acabó su frase, porque nuevamente proyectaba solamente la sonrisa del pelinegro, provocando un deseo incapaz de describirse.

—... Es Yūichiro, ¿verdad? — con solo mencionar las primeras letras su rostro parecía haberse iluminado por una improvisada luz, aquello extrañamente le hizo olvidar su estrés —. Lo sabía. Eres más fácil de leer cuando tratas de ocultar lo que realmente pasa por tu cabeza.

Odiaba eso, siempre que quería dar media vuelta o simplemente evitar un contacto visual con alguien a su alrededor sus cables de su cerebro desprendían las emociones y cosas posibles pero obvias con las que se entretenía todo el día, si no era obstáculo para cualquiera menos para ella; dejó salir un suspiro pesado sin saber el mismo por qué lo hizo, dejándose vencer en la silla donde estaba sentado.

After Moon |MIKAYUU|Where stories live. Discover now