Capítulo 5: Bailando bajo la lluvia

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El tiempo pasaba tan lento, a penas son las diez de la mañana, ya quiero salir. Faltan cuatro horas entre inglés, computación y sociología. Se me ha ido el día, por fin. Sam y yo estábamos escuchando música de su iPod, ella con un auricular y yo con el otro. Platicábamos en voz baja ya que, agg, el maestro sólo hablaba y hablaba y bla, bla, bla. La verdad no sé si sea bueno o mal alumno, o sea participo en clases, hago tareas pero mi defecto son los exámenes. Siempre digo que voy a estudiar casi una semana antes... pero al final voy estudiando una noche antes pero por extraño que parezca siempre los paso (exceptuando matemáticas) o sea que tal vez sea un tipo con suerte.

En todo el día no se hizo presente Sandra. Mmm, tendré que ir a buscarla (puff, casi no me gusta ir a su salón) parece que hoy va a ser un día lluvioso, El cielo estaba nublado, de hecho haciendo un chingo de frío. Cuando llegué ella se encontraba triste en un rincón, sola. Entré a su salón, me senté a su lado y le sonreí.

— ¿Qué tienes nena?

—Nada.— Respondió de forma muy cortante

—Algo te pasa y no me quieres decir... ¿Es por lo que pasó el sábado?- Pregunté algo asustado.

—No, no es eso. Lo que sucede es que...— Un silencio nos rodeó.

—Algo te pasa y no me quieres decir per no hay problema, o sea, lo que sea cuentas conmigo.— Dije mirándola a los ojos.

En ese momento me abrazó tan fuerte y soltó el llanto a más no poder. Estaba muy destrozada y yo no sabía qué hacer.

—¡Mis padres se van a divorciar!

—¿En serio?

—Sí, él se fue de la casa.— Respondió llorando.

—Tranquila mi amor, pues es que no sé qué decirte.- Le dije nervioso.

—Sólo abrázame.

El resto de las clases estaba como piedra, en silencio, sin hacer nada, sólo parpadeaba. Mejor cuento lo que pasó en la tarde. Llegué en la tarde en la plaza "Melchor Ocampo", me senté en una banca a esperar a Ricardo y en esa tarde estuvo chispeando pero muy poco. El viento pasaba por mi cara y en eso llega Ricardo vestía un pantalón de mezclilla, un abrigo negro y camisa café. Al verme sonrió y me saludó.

—¡Hola Marcos! ¿Cómo estás?

—Muy bien, gracias. ¿Y tú?

—También ando bien, mmm, fíjate que hoy tengo que dar clases de teatro infantil. — ¿Vamos?

—Pues sí.

Durante el camino estábamos hablando sobre la nueva plaza (en la que nos citamos) y que era muy naco que las personas se mojen en las fuentes nuevas que instalaron, caminamos unas seis cuadras mas o menos hasta llegar a un centro cultural llamado "Las Razas". El lugar era una casona antigua donde en el patio principal había una cafetería junto con unos estantes de libros y un jardín hermoso, en el corredor habían salas donde estaban impartiendo clases de jazz, danza árabe, pintura y canto. En el segundo piso estaba el salón de teatro, era inmenso de color blanco, con un gran escenario de madera, un telón rojo y gigante, además había un piano hermoso.

—Wow, está enorme aquí. ¿Cuánto te pagan?

—Nada, esto me lo cuentan como prácticas profesionales.- dijo Ricardo mientras arreglaba el escenario.

—Que bien. Oye... ¿y por qué decidiste estudiar teatro?

—Lo que pasa es que desde los cinco años cuando vi "Hamlet" me encantó tanto que le dije a mi mamá que me metiera a clases de teatro y pues, no sé cómo explicarte pero esto es mi vida. Adoro estar en el escenario, leer mi libreto, crear la escenografía, dirigir.

— Sí lo sé. El teatro es maravilloso. Cuando iba a clases era de los mejores pero pues pasó el tiempo y entré a la secundaria me metí a fútbol, después entré a la preparatoria y ya no tuve tiempo.

A veces pienso que dejamos de hacer cosas que nos gustan hacer y no entendemos la razón por la cual ya no las hacemos cuando sí nos gusta).

—¿Y qué tal eres en fútbol?

—Pues bien, he ido con mi equipo a torneos y hemos viajado a otros estados pero he sentido que ya estoy llegando al hastío. Ya no juego con la misma emoción de antes.

—Suele pasar. Schopenhauer decía que todo lo que hacemos por un tiempo determinado nos gusta pero después llegamos al hastío.

Puff, no tengo idea pero siempre de que hablo con él reflexiono sobre ciertos aspectos de mi vida. No sé, hago como un recuento de mis emociones y pensamientos, en fin; los niños ya comenzaban a llegar poco a poco al auditorio.

Ricardo les preguntaba si recordaban la clase anterior (¡Prr! Jajaja, no sé, me dio ganas de hacerle como relinchido de caballo). Mientras Ricardo estaba con los niños yo me paseaba por todo el centro cultural. Después de un rato los niños salieron contentos del auditorio.

Uff, estaba algo enfadado, Ricardo no salía así que entré y lo encontré en el escenario bailando con un sombrero y un bastón; yo al verlo me reí mientras él me invitaba a subir al escenario. Afuera llovía.

—Anda, sube.- Me decía él.

—No mames.- Me apené al decir eso.— Perdón, no manches, no sé bailar.-

—Por Dios, ni que fuera tan difícil. Lo mismo decía yo y mira "Bailando bajo la lluvia"

—Jeje, ¿Eso qué?

—Así va la letra. Anda, sube.

Bueno, para que dejara de estar chingando subí al escenario y me puse junto a él tratando de enseñarme los pasos y le fui agarrando la onda.

— ¿Ya ves? Te dije que no era tan difícil.

—Jaja. Pues sí es fácil. ¿Y con quién vas a bailar?- Pregunté.

—Con una chica, de las mejores de mi clase.

Una fuerte tormenta caía y sólo rayos estruendosos se escuchaban de pronto miré a los ojos de Ricardo y él también a mí. Respiré profundamente, no sé por qué rayos me sentía nervioso, hubo un silencio (que me caga). De pronto sin querer nos fuimos acercando tanto él como yo, poco a poco. ¡Puta madre!

—Me cas muy bien.— Dijo Ricardo a diez centímetros de mí.

—A mí también. Eres muy chido.— Respondí completamente nervioso.

Cerré mis ojos y el rosó sus labios con los míos, los abrí y trató de morderme los labios. Yo intenté alejarme pero no pude y me dejé llevar, sí... lo besé, mordí sus labios, rosé su lengua, y no me negué. Al final sólo me quedé parado, sorprendido. No podía creer lo que había hecho.

—No puedo, lo siento.

Después de eso salí corriendo lo más rápido que pude.

Mi vida y mi mundo al revésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora