Capítulo 3: La Cita

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Es sábado, o como diría Sam es el “Sabadaba” jejeje. Me levanté tarde como amm, creo que eran casi las once de la mañana y yo estaba en la sala viendo la televisión; estaba vestido con lo que defino yo “garras de casa” (shorts, playera con leyendas “recuerdo de Cancún”, sandalias). Lo sé, estoy bien fachoso.

No había nada bueno en la televisión, mejor me conecto y reviso mi perfil en internet. Como mi mamá hacía el aseo de la casa me fui al jardín con mi laptop e inicié sesión en el Messenger y el perfil al parecer tenía veintiuna novedades.

Me caga que me etiqueten en mamadas y pendejadas de fotos, puff Sandra subió unas fotos nuevas y… ¡Sale con Steven el centro comercial! En ese nuevo que está “en lo alto”, mmm… No recuerdo su nombre pero equis. Pondré “me gusta” y revisaré los demás; tengo cinco solicitudes de amistad. Amm, a ese tipo no lo conozco. Otra, creo que esta tipa vive por mi casa, la aceptaré y quedan otros dos que van en mi salón, nah, los rechazaré. Olvidaba esta última… ¡Hamana! (es como quedarse sin palabras) Ricardo me agregó, pues lo aceptaré.

Su perfil decía que tiene diecinueve años que vive en Morelia y que estudia teatro. Voy a ver sus fotos… Lo de siempre fotos con amigos, él solo y unas de sus presentaciones, en lo que revisaba sus fotos oí un “pup”, alguien me estaba iniciando una conversación en el chat, era Sandra.

Sandra Miranda Campos dice: Hola mi amor <3.

Marcos dice: Hola, ammm… Oye, ¿quieres salir hoy?

Sandra Miranda Campos dice: Sí xD, ¿y a dónde vamos?

Marcos dice: Tú sólo arréglate. Paso a las cinco por ti, te amo.

Seguía viendo mi perfil. Aggg, un tipo estúpido de mi salón escribió en mi muro “Qué wey? Saca las k-wamas”. Qué estúpido, no sé… Se va a ver muy mamón de mi parte pero en mi salón hay mucho naco… Sólo andan diciendo sus pendejadas como niños de kínder, pero en fin, ya estaba a punto de cerrar sesión cuando en eso me llega un mensaje de Ricardo: “Hola chico, que mala onda que te fuiste ayer ¿No te gustó la obra? Espero que estés bien. Adiós.”

Me sentí tan apenado y le mandé un mensaje de lo que sucedió ayer, después puse una canción que Sam me había pasado ayer que me gustó mucho.Nunca le presté atención hasta hoy… “Soy transparente, me puedes oler muy bien. Desde que no tengo que hablar para darme a entender. Tus ojos y mis ojos lo dicen todo”.

No sé, pero no dejaba de pensar en lo que sucedió ayer en la tarde. Puff, Ricardo es muy interesante. Debería tratarlo más.

Las dos de la tarde; ya estaba bañado y arreglado pues acabando de comer pasaría por Sandra para salir, en lo mientras enviaba mensajes de texto con Sam y mi mamá estaba preparando la comida para que cuando llegue mi papá comamos todos. Estaba recostado en mi cama con el celular en la mano contándole a Sam todo lo de anoche y mis oídos escuchaban una canción de Lady Gaga que ella tenía puesta en su casa y de pronto mi mamá toca la
puerta.

—Hijo ya llegó tu papá. Vamos a comer.
—Sí mamá ya voy.

Fui al comedor y saludé a mi padre ya que no lo había visto en todo el día. La comida estaba servida, eran milanesas con ensalada y pasta italiana.

Estábamos comiendo tranquilos, el silencio rodeaba el lugar hasta que mi mamá hablo.

—Carlos y Vanessa vienen mañana.- Comentó.
—¡Qué bueno! ¿Y van a venir con sus hijos?- Preguntó mi padre.
—Sí Roberto. No sé qué hacer de comer.
—¿Y a qué hora vienen?- Pregunté.
—A la una.

Carlos y Vanesa son mis hermanos mayores, no viven aquí. Carlos, el abogado, vive en la Ciudad de México y mi hermana Vanessa, que es contadora, vive en Uruapan con su esposo e hijas. Yo soy el hijo que “les queda” a mis papás. Como quien dice soy el “pilón”. Puff, por fin he acabado de comer, sólo me lavaré los dientes y pasaré por Sandra.

En la tarde fui por Sandra. Salimos a dar la vuelta, en el camino íbamos besándonos y abrazándonos como hasta las ocho cuando la llevé a su casa.

—Cariño no hay nadie, pásale no quiero estar sola. Sola como una hoja jajaja.
—Ok, pero sólo un rato.

Entré a su casa. Nunca había entrado, la observé detalladamente. Su sala era muy moderna y de estilo minimalista como las demás cosas alrededor. Sandra vestía un blusón blanco con lunares negros y mallas. En su pelo llevaba un moño negro grande. Me senté en el sofá mientras ella ponía un disco en el mini componente.

“Nos dimos vueltas en la arena hasta que vimos regresar la luz del Sol igual que el mar y las estrellas unidos por siglos”.

—Esa canción me encanta.- Me dijo mientras se soltaba el pelo.
—Pues sí, está dos tres.
—Te amo, te amo mucho
—Yo también.- Le sonreí.

Sandra puso su cabeza en mis piernas y seguía sonriendo. Le acaricié su cara, pasé mis dedos sobre sus labios, acaricié su cuello y nos dejamos llevar. Se quitó el blusón, yo la camisa. Seguíamos besándonos y… Tuvimos sexo.

“Pero aún no he encontrado algo que pueda compararse, pero aún no he sentido algo que pueda compararse, inigualable”. Se escuchaba al fondo y la verdad lo que decía la canción era cierto. Ese momento fue inigualable. Obviamente tanto ella como yo nos cuidamos.

Mi vida y mi mundo al revésWhere stories live. Discover now