Capítulo 33: Tengo orgullo de ser del norte

8.9K 1.7K 605
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Confirmé que la última persona en el mundo que podía dedicarse a ser taxista era yo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Confirmé que la última persona en el mundo que podía dedicarse a ser taxista era yo. Reté la paciencia de Miriam cuando nos adentramos a Monterrey. Conocía la zona de casa al trabajo, pero hallar una dirección en una ciudad con tantas avenidas, calles y personas era una tarea para los profesionales.

Lo único bueno es que en medio de nuestra confusión, y aprovechando que Miriam no tenía datos y yo sí, pude escribir un mensaje al grupo para justificar mi ausencia. Sabía que tarde o temprano comenzarían los cuestionamientos, que era imposible sostener la mentira mucho tiempo, pero esta vez me ayudó que tampoco acudiría Alba.

—¿Te dijeron dónde se verían? —le pregunté mientras cerraba con llave. Miriam por primera vez reparó en ese detalle. Uno muy pequeño que no sería importante si no fuera porque el área abarcada más de dos kilómetros de largo y tenía tres accesos.

—No, pero podemos buscarlos —propuso porque no nos quedaban muchas opciones.

Al menos me serviría de paseo para conocerlo de punta a punta. O ese era mi plan porque ni siquiera habíamos abandonado del estacionamiento cuando escuchamos que una mujer gritaba como si estuviera ofreciendo productos en el mercado.

Fue más fácil de lo esperado encontrar al trío confirmado por Emiliano, Pao y Tía Rosy.

—¡Aquí! —gritó a todo pulmón la última pasando por alto que ya nos dirigíamos a ellos—. ¡Aquí! ¡Ya casi llegan!

Emiliano se echó a reír mientras Pao la miraba asustada.

—Pensé que nos dejarían plantados, imperdonable cuando tú nos citaste. Tardaron una eternidad. Envejecí diez años aquí.

—Tuvimos unos problemas con la ubicación —se justificó Miriam saludándolos y echándome un vistazo discreto.

—¿Quién no conoce cómo llegar al Paseo Santa Lucía?

—En mi defensa, soy foráneo —me adelanté antes que le diera rienda suelta a las bromas—. ¿Los demás?

—Alba dijo que no vendría porque tiene que cuidar a su nene. Ya sabes cómo son esas cosas. El que también canceló fue ve... Ve... Ve...

El club de los cobardesWhere stories live. Discover now