Capítulo V

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"Él"

Me he encontrado una chica mientras caminaba desorientado. Miro su antebrazo derecho, al cual le están escurriendo gotitas de sangre, se cubre rápidamente con su suéter y me mira fijamente.

Ella está asustada, se le puede ver en los ojos, unos ojos grises, grises de tormenta...

Trato de acercarme a ella con cuidado con la intención de iniciar una conversación, pero entre más me acerco, ella se comprime en su lugar, encogiéndose de hombros y agachándose ligeramente. Alguien le hizo mucho daño a ésta chica.

Levanto mis manos en el aire para mostrarle que no tengo nada que pueda lastimarla y le digo con la voz más clara y dulce que puedo:

-Hola ¿Qué tal? -Ella me mira de arriba a abajo, analizando cuidadosamente mis acciones. -No tienes de qué asustarte, no quiero hacerte daño.

Después de una larga pausa, ella se dispone a hablarme.

-"No te haremos daño". Eso dicen todos, siempre. ¿Quién le envío? ¿Fue mi familia o el hospital al que yo llamo cárcel?

-No sé de qué me habla, yo sólo caminaba mientras admiraba el astro rojo que cuelga sobre nuestras cabezas ésta dichosa noche, pero como me he quedado inmerso en la Luna, me desvíe un poco de mi andar.

Sigue mirándome, sin emanar ningún sonido nuevo, pero creo que sabe que hablo con la verdad.

-No puedo afirmar ni negar su historia, pero le daré el beneficio de la duda esta vez.

-Gracias señorita. Y ¿Cuál es su nombre? Claro, si me permite preguntar -. Me esboza una media sonrisa y su cuerpo, antes tenso por el miedo, se relaja.

-Me llamo Agatha, y ¿cuál es el suyo?

-Oscar, ese es mi nombre, señorita.

Ambos nos sonreímos. Ella desvía la vista al cielo y yo hago lo mismo.

-Es hermosa ¿no lo cree?- me dice aún con la vista al cielo.

-Claro que lo es. Ella nos cuida todas las noches, aunque no la veamos, pero ella sí nos ve a nosotros...

-Ella no es más que un verso hecho astro, una lágrima estelar que se escapó de la mejilla de quien la lloró y que ha salido condenada a vagar hasta, que encontró a la tierra, -Me ha cautivado con su hablar y con su voz. Cuan vuelvo mis ojos a su rostro, noto que está llorando, pero no para de contarme su precioso discurso. -que es la única razón por la que ella sigue en pie: cuidar a alguien que está más indefenso que una lágrima de tristeza, eso la mantiene viva, eso la mantiene aquí.

Trozo de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora