Capítulo IX

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"Él"

Agatha toma su mochila debajo de un viejo sauce, se vuelve hacia mí y sonríe, en señal que está lista para partir, creo.

Camina a mi lado derecho, la noto algo nerviosa y tensa ¿Qué le ocurre? Sus rodillas están temblando, no sé si es por el clima o de nervios.

-Oye, ¿estás bien?- ella mira sus rodillas y vuelve la vista hacia mí- ¿te duele algo?
-N-no, estoy bien, s-sólo tengo frío.
Sabía que me estaba mintiendo, pues cuando me contó su historia, no titubeó ni un poco. Algo más le preocupa.
Disimulo y le sonrío para que crea que no sospecho nada más.

Minutos después, llegamos a mi hogar. Una cabaña alejada de las casas de la ciudad al menos por cinco cuadras. No me gusta mucho convivir con esos engreídos que se creen dueños del mundo.

-Bueno, es aquí.-digo cuando llegamos
-Vaya, es muy linda-. Comenta con una sonrisa de tranquilidad, no por ver la casa, sino porque está alejada de los demás.- ¿vives solo?
-Sí- confieso mientras entramos a la casa-, no me gusta depender de las personas.
Sonríe y ve mi violín guardar dado en su estuche.

-¿Qué es eso?
-Es mi mejor amigo. Mi violín.
-Oh... y ¿hace cuanto que lo tocas?
-No lo sé, creo que, desde los diez años. Eso es como unos ocho años
-¡OCHO AÑOS! Vaya, qué maravilloso- su rostro se ilumina y sus labios sonríen.- ¿crees que... crees que podría escucharte tocar?
-¡Claro! Sería un honor- digo haciendo una pequeña reverencia, como los músicos lo hacía hacia los nobles al pedirles tocar.

Tomo el estuche, lo abro y saco el arco para ponerle tensión. Ella se queda admirando aquel instrumento color caoba mate. Saco el instrumento y lo acomodo entre mi cuello.
No sé qué tocar para ella. Nunca me había pasado, bueno, hace mucho tiempo que no toco para un público. Estoy indeciso. ¿Qué tocaré?
Ella me mira curiosa. ¡Demonios! Creo que lo más decente que puedo tocar es Virus, pero disminuiré la velocidad.
Toco como nunca antes había tocado. Me siento tan libre tocando para ella. He terminado la pieza, sin ningún error.

-Esa fue...
-Esa- me interrumpe- fue Virus, una pieza de Beethoven. Una de mis favoritas.
-Esa es mi favorita.

Por un momento, existió un silencio incómodo que sólo pude romper cambiando de tema.

-¿Tienes hambre? Tengo cereal y hay leche, a menos que seas intolerante a la lactosa y no puedas tomarla, en ese caso hay pan para sándwiches, a menos que no te gusten los sándwiches...
-Está bien. No soy intolerante a la lactosa. El cereal suena excelente.
-Sólo si agitas la caja-dije bromeando.
Ella esboza una sonrisa que dice "tu chiste fue muy malo, pero me hizo sonreír"

Trozo de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora