23. En el Palacio de los Elementales - parte I

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La noche mostraba una imponente luna llena. El Palacio de los Elementales resaltaba por sobre las demás construcciones del bosque. Invisible al ojo humano. Se encontraba en lo más alto de un monte donde se podía disfrutar de impresionantes vistas. Además, contaba con jardines medievales, fastuosos salones que recordaban a los de los de cuentos de princesas, y un entorno natural que lo convertía en un paraje idílico hecho para que cualquier rey decidiera pasar sus últimos años de vida. Sea quien sea el arquitecto de aquella romántica obra, de seguro poseía un genio soñador. El lugar ideal para que reinara el hada Titania.

—Reina Tenanye, ¿se encuentra lista para la reunión? —Sadronniel le preguntó en la recamara, notando un evidente desgano en la bruja.

—¿Me veo bien? —el tono abúlico le confirmó la observación.

La elfa lo pensó un poco mejor y le contestó que le parecía distinta, que sus ojos trasmitían una nostalgia que la embellecían. Luego le preguntó si acaso había tenido un día especial, y Tenanye no dudó en responderle que no sabía si la jornada fue lo mejor o lo peor que pudo haberle ocurrido en mucho tiempo.

—Hoy conocí a un pequeño muy singular, capaz de hacer que me pregunte muchas cosas sobre lo que soy en el bosque —dijo—. Creo que no estoy lista para esta reunión. Yo... supongo que quiero volver a hacer cosas buenas por los demás. Sadronniel, nunca te lo he dicho, pero eres la única en la que confío. Turion también tiene mi confianza; aunque en estas últimas semanas, sobre todo hoy, he sentido que su compañía me provoca un dolor en el pecho. Algo que me hace apretar los dientes y sentir rabia, que me impide... sentir perdón. Por mucho que sus palabras sean sabias, y con todo un repertorio de frases motivadoras, no es lo mismo que la felicidad de escuchar un comentario tonto y gracioso.

Y sí, gracias a aquel niño ahora puedo ver con claridad que tú, con tus locuras, has sido quien de veras me ha mantenido viva. Se llama Cristóbal. El niño se llama Cristóbal y es un humano: viene del otro lado del bosque. Lo sé, lo sé. No me mires con esa cara. El primer humano que me conoció me destrozó el corazón. Ellos no son confiables pero... ¿ya qué importa?

Mi dulce Sadronniel, sé que eres una soltera y por esa misma razón has estado a mi lado. ¿Pero qué pasaría si dejara que el bosque vuelva a ser lo de antes, con Titania reinando y que las parejas de enamorados se reencuentren? ¿Seguirías siendo mi amiga? Porque tal vez los solteros estaremos otra vez mirando para el lado. Mas lo que ahora siento es ternura. Las ganas de querer tratar con afecto los sentimientos de otros. ¿Seguirías siendo mi mejor amiga?

Sadronniel se mostró cautelosa. Por fuera, ya que por dentro se sentía una elfa pletórica de júbilo y a punto de correr como una loca por todo el palacio, ya sea con los brazos al cielo, dando brincos o repartiendo besos en la mejilla.

—Estoy segura que la decisión que usted tome será lo mejor para el bosque —contestó—. Créame que es primera vez que la veo tan bella. Incluso esas cejas, las que nunca hemos podido domar, pareciera que se arreglaron. ¿Desea que les dé un pequeño retoque? He estado practicando con la peineta y con las tijeras.

—No, tú no. Pero gracias.

Jerónimo sin cabeza [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora